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“Pero él respondió y dijo: —Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Mateo 4:4).
Principalmente, las tentaciones de Satanás a Jesucristo instaban Su rebelión contra el Padre. Pero Jesús había venido a la tierra para hacer la voluntad del Padre y nada más. De hecho, su voluntad y la del Padre eran esencialmente la misma (Juan 5:30; cf. 10:30; Hebreos 10:9).
El caso en cuestión es que, en la última prueba de obediencia, justo antes de su arresto y la traición, Jesús oró en el huerto de Getsemaní: "Padre mío, de ser posible, pase de mí esta copa. Pero, no sea como yo quiero, sino como tú". Mateo 26:39. "Por segunda vez se apartó y oró diciendo: —Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad". Mateo 26:42. Este ejemplo supremo de absoluta confianza y sumisión por Jesús a su Padre es lo que Satanás trató de aplastar. En su carácter más orgulloso y más perverso, el enemigo trató de fracturar la naturaleza trinitaria de la divinidad.
Pero Cristo, en su inconmensurable humildad y justicia, respondió a las intenciones de Satanás: "Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Las tres respuestas de nuestro Señor a Satanás comenzaron con la simple pero directa apelación a la Palabra de Dios: "Escrito está". (Salmos 119:11). Al citar Deuteronomio 8:3, Jesús afirmó que los creyentes están mucho mejor dependiendo de Dios y esperando en su provisión de lo que estarían en el monopolio de su propia satisfacción, algo a lo que todos estamos tentados a hacer.
Usted puede sentirse inseguro de cuál sea la voluntad de Dios para usted, pero gran parte de ella se explica claramente en las Escrituras. ¿Qué tanto está usted obedeciendo las disposiciones de la voluntad de Dios que ya le han sido reveladas? Al tratar de conocer su plan, un buen punto de partida es siempre la obediencia a su Palabra.
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