Introducción
Cuando se trata del
anuncio, proclamación y predicación del evangelio acerca de Cristo Jesús,
evangelismo, el empeño por comprender el
contexto (creación, la rebelión, la redención, restauración) y el contenido del Evangelio es para que podamos explicarlo
con claridad, que puedan ver su necesidad de Cristo y ser atraídos al bien. La
veracidad del evangelio se basa en la evidencia de muchos testigos oculares,
incluyendo a Pablo mismo, y esta gran
verdad que se proclama es la base fundamental.
La persona viene a Cristo cuando el Espíritu Santo le abre los ojos para ver su necesidad de Él. Pero una vez que ven su necesidad de Cristo, deben hacer algo, deben responder. Considere esta indicación acerca de la naturaleza del ministerio de Jesús entre las personas que lo siguieron.
Ahora, amados hermanos, permítanme recordarles la Buena Noticia que ya les prediqué. En ese entonces, la recibieron con gusto y todavía permanecen firmes en ella. Esa es la Buena Noticia que los salva si ustedes siguen creyendo el mensaje que les prediqué, a menos que hayan creído algo que desde un principio nunca fue cierto.
Yo les transmití a ustedes lo más importante y lo que se me había transmitido a mí también. Cristo murió por nuestros pecados tal como dicen las Escrituras. Fue enterrado y al tercer día fue levantado de los muertos, tal como dicen las Escrituras. Lo vio Pedro y luego lo vieron los Doce. Más tarde, lo vieron más de quinientos de sus seguidores a la vez, la mayoría de los cuales todavía viven, aunque algunos ya han muerto. Luego lo vio Santiago, y después lo vieron todos los apóstoles. Por último, como si hubiera nacido en un tiempo que no me correspondía, también lo vi yo; 1 Corintios 15:1-5 NTV.
La persona viene a Cristo cuando el Espíritu Santo le abre los ojos para ver su necesidad de Él. Pero una vez que ven su necesidad de Cristo, deben hacer algo, deben responder. Considere esta indicación acerca de la naturaleza del ministerio de Jesús entre las personas que lo siguieron.
Examine los
siguientes pasajes Mateo 16; Marcos 8;
Lucas 9. En la primera parte del ministerio de Jesús está preparando a las
personas para que ellos sepan exactamente quién es Él. Jesús hace esto a través
de sus enseñanzas y milagros, sus acciones y su ministerio. Durante este
tiempo, Jesús les está mostrando quién es. Ahora, en la narrativa hay un punto
de transición agudo para las personas que lo siguen. Observe que hay un
"círculo exterior" de seguidores, buscadores, que están aprendiendo
de Jesús y acerca de él. Pero en algún momento, Jesús pide una respuesta, él
llama a creer. Es aquí donde Jesús les hace la pregunta fundamental:
"¿Quién dices que soy?" Cuando alguien profesa fe, son introducidos
en el "círculo interior" de los seguidores de Jesús, la Iglesia.
Observe que, al
explicar el contexto y el contenido del Evangelio a alguien, usted le está
explicando quién es Jesús. Esas verdades bíblicas, esas realidades, esos
contextos que explican nuestra cosmovisión deben atraer a las personas a Jesús,
la vida eterna. En este punto se requiere una respuesta. Una vez que esa
persona se enfrenta a la persona de Jesucristo y su gracia amorosa, si Dios
quiere, clamarán "¿qué debemos hacer para tener esta salvación?"
Según la Biblia,
nuestra respuesta al evangelio implica volvernos a Cristo, lo cual implica
apartarnos del pecado. ¡Si nos arrepentimos de nuestro pecado y ponemos la fe
en Cristo, seremos salvos! Así que la fe y el arrepentimiento son la respuesta
apropiada al evangelio. Escuche las primeras palabras de Jesús como se
registran en el Evangelio de Marcos:
«¡Por fin ha llegado el tiempo prometido por Dios! —anunciaba—. ¡El reino de Dios está cerca! ¡Arrepiéntanse de sus pecados y crean la Buena Noticia!». Marcos 1:15.
Entendamos que al
comienzo del ministerio de Jesús, Él proclamó que el tiempo del cumplimiento
había llegado. Como ustedes saben, antes de Jesús, Juan el Bautista había
estado predicando a Israel que su Mesías venía y que Israel se arrepentiría de
su fracaso en guardar el pacto de Dios.
Al principio del
ministerio de Jesús, la "buena noticia" era simplemente que el reino
estaba cerca. Todavía no estaba claro cómo exactamente se establecería. Sin
embargo, la buena noticia de que el reino estaba iniciando con el propio
ministerio de Jesús era una promesa de que el reino se establecería. Y así fue.
Jesús estableció Su reino a través de Su muerte por el pecado y Su
resurrección. De la manera que proclamó en el Evangelio, la respuesta adecuada
a la venida del reino fue el arrepentimiento y la fe en esta buena noticia.
Esta respuesta es demostrada en el pueblo de Dios: fe y arrepentimiento
mientras confiamos en él y en su palabra. Pero, ¿cómo se relacionan la fe y el
arrepentimiento?
Fe y arrepentimiento son los "dos lados de una
moneda"
Como lo expresa el
pastor Derek Radney: "Los protestantes han afirmado durante mucho tiempo
que sólo por la fe en el Evangelio somos salvos. El grito protestante 'Sola
Fide' (solo la fe) resume nuestra comprensión de lo que la Biblia enseña acerca
de cómo los beneficios del Evangelio vienen a nosotros personalmente. Esto se
opone a cualquier doctrina, pero particularmente a la doctrina católica, la
vual sostiene que la salvación viene a través de la fe en el Evangelio y
nuestras obras de obediencia. Mientras que los católicos romanos creen que la
fe más las obras dan lugar a la justificación ante Dios, los protestantes
creemos que la fe da lugar a la justificación y las obras".
Con esto dicho, es
fácil entender mal los pasajes discutidos arriba que todos llaman a la fe y al
arrepentimiento. Como veremos más adelante, la fe y el arrepentimiento son
distintos, pero son inseparables. Una persona no puede confiar en Jesús
separadamente de apartarse de su pecado. Hay dos lados de la moneda en la
conversión, dos aspectos distintos pero inseparables: la fe y el
arrepentimiento. Como dijo el reformador Juan Calvino, "del árbol de la fe
viene el fruto del arrepentimiento, las dos son respuestas interdependientes,
la una está incompleta sin la otra." John Murray reconoce que: "es
imposible separar la fe del arrepentimiento. La fe salvadora está impregnada de
arrepentimiento y el arrepentimiento está impregnado de fe".
Fe
La fe es una palabra
que a menudo ha sido mal utilizada, incluso en la literatura cristiana. Por
ejemplo, si usted le preguntara a alguien en la calle lo que ellos creen que es
"fe", podría recibir una respuesta similar a la que Greg Gilbert postula:
"... mientras que usted puede que consiga algunas palabras que suenan
respetuosas, el corazón de la materia muy probablemente sea que la fe es
creencia en el ridículo contra toda evidencia." Una falsa comprensión de
la fe "cree que la fe es la tenencia de una idea ridícula contra todas las
pruebas". Muchos cristianos han sutilmente cometido este error y
malinterpretado la idea bíblica de la fe por completo. Este malentendido
conduce a dos errores graves.
- Primero, creen erróneamente que confiar en Cristo es algún tipo de compromiso absurdo contra la razón, la evidencia histórica y hasta el sentido común. Muchos cristianos encuentran falsa seguridad en esta comprensión de la "fe" porque se sienten justificados en no tener que contender con ninguna discrepancia al cristianismo. Pero esto socava la misma naturaleza histórica del Evangelio.
- En segundo lugar, lo que muchos cristianos no toman en cuenta es que pensar en la fe como "creer en contra de todas las pruebas" coloca el enfoque sobre sí mismos antes que en el objeto de su fe. Por lo tanto, uno comienza a enfocarse en el grado de confianza y compromiso que tienen con la fe en lugar de enfocarse en el objeto de esa fe, a saber, Cristo mismo. Esto es lo que lleva a tantos cristianos a luchar constantemente con la duda de su salvación. Cuando examinamos constantemente la fuerza de nuestra 'fe', sólo acabaremos desesperados al ver cuán pequeña es nuestra confianza.
Estos dos errores
son incompatibles con la verdadera fe del evangelio. Profundizando estos dos
errores observamos las mismas premisas en las que se construyen todas las
falsas religiones. Cuando uno examina todas las falsas religiones y las
enseñanzas de sus fundadores, se hace evidente que enseñan un camino hacia la
salvación. Esta es la principal distinción entre la "falsa religión"
y la religión basada en el evangelio de Jesucristo. La falsa religión es
"salvación a través del esfuerzo humano", mientras que la verdadera
religión basada en el Evangelio es la salvación a través de la gracia. En
comparación con estas dos proposiciones, Jesús es el único que realmente afirmó
ser "el camino de salvación mismo".
Esto es a lo que el Apóstol Pablo se refiere cuando proclama que somos
justificados por la fe. Romanos 3:23, 5:1; Gálatas 2:16; Filipenses 3:9.
Otras religiones
establecen algún tipo de ley o "camino" que debe ser mantenido como
medio de salvación. El cristiano se da cuenta de que no pueden cumplir la ley
perfecta de Dios, y debe entender que Cristo lo hizo. Cristo hizo lo que no
pudimos hacer, y nos ofrece por pura gracia el perdón. La fe es el medio por el
cual recibimos la salvación. Piénsalo, la salvación por la gracia quita todo
jactancia en nosotros mismos. Permítame re-escribir lo que el teólogo británico
Richard Hooker escribió en 1593:
"Dios salva al creyente, no por la dignidad de su fe, sino por la dignidad de Cristo, en quien cree."
La vida cristiana
debe ser una vida de constante examen de la bondad de Dios revelada en el
Evangelio de Jesucristo. Esta buena noticia nos obliga a confiar cada vez más
en Dios porque vemos la suficiencia de Cristo en comparación con nuestra propia
pecaminosidad. Por lo tanto, el conocimiento del evangelio de Jesucristo es
esencial para la fe salvadora. Igualmente incluye el reconocimiento de las
verdades contenidas en el evangelio.
Pero la fe permanece
incompleta sin la confianza; necesitamos confiar a Jesús. Desde tan temprano
como la Reforma, los teólogos vieron la fe salvadora como teniendo tres
componentes: notitia (conocimiento), assenso (asentimiento) y fiducia
(confianza). Tener fe en Cristo, que a través del Espíritu Santo sella nuestra
unión con él, es el medio por el cual Dios considera la justicia de Cristo como
la nuestra, esto es "salvación por
medio de la fe en Cristo". Romanos 3:21–26; 5:17–21; Gálatas 2:16; Efesios
2:8–9; Filipenses 3:9. Para demostrar esta verdad los redactores de la
Escritura a menudo usan dos cosas para explicar lo que la fe es a modo de
contraste.
- La fe se contrasta constantemente con las obras. Las Escrituras dicen que "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Efesios 2:8–9 También leemos que "Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley." 2 Timoteo 3:15. Tenga en cuenta que Pablo contrasta la fe y las obras en ambos pasajes. Somos salvos por la fe por la gracia de Dios y no por nuestras obras. Somos salvos, no como resultado de nuestras obras, sino por la fe en Jesucristo. De hecho, estamos justificados aparte de las obras de la ley.
- La fe se contrasta constantemente con la vista. De nuevo, leemos en la Biblia que "Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos." Romanos 3:28. También sabemos que "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." Hebreos 11:1. Pablo explica que la vida cristiana es una caminata de fe y no de vista. Él no quiere decir, como discutimos arriba, que ser cristiano significa creer sin evidencia de que Dios es real y Cristo realmente murió y resucitó de entre los muertos. Él quiere decir que confiamos en que Dios hará lo que prometió hacer. A lo largo de la historia, ha sido siempre la confianza en las promesas de Dios, la manera en que se han salvado las personas.
La fe es la
confianza total en Jesucristo; una persona real. La fe como confianza debe ser
entendida como "una confianza sólida, fundada en la verdad, basada en la
promesa, en el Jesús resucitado para salvarte de tu pecado". Nótese que la
fe está en Jesús y no en sí mismo.
Arrepentimiento
Al entrar al tema
del arrepentimiento, recuerde que hay dos lados de la moneda en la
"respuesta del evangelio", dos aspectos distintos pero inseparables,
fe y arrepentimiento. A través de la Biblia, Dios llama a la gente a
volverse/regresar a él para ser salvos de su propia destrucción y su propia
ira. Isaías 6:10; Jeremías 18:8. En las
páginas del Nuevo Testamento vemos a Cristo predicar con el fin de que la gente
se volviera a Dios en arrepentimiento, Mateo 3:2; 4:17; también vemos a Pablo
resumir el objetivo de predicar de la siguiente manera:
"He tenido un solo mensaje para los judíos y los griegos por igual: la necesidad de arrepentirse del pecado, de volver a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús… ...Primero les prediqué a los de Damasco, luego en Jerusalén y por toda Judea, y también a los gentiles: que todos tienen que arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y demostrar que han cambiado, por medio de las cosas buenas que hacen." Hechos 20:21; 26:20
En el lenguaje
bíblico "arrepentirse" implica un giro total, una alteración radical
dentro del núcleo del ser. Y el giro que estamos llamados a hacer para ser
salvos es fundamentalmente una vuelta a Cristo como nuestra única esperanza.
Volverse a Cristo requiere un verdadero reconocimiento del pecado y una
necesidad de salvación, es una cuestión de corazón. El arrepentimiento no sólo
significa un cambio de conducta, sino que trata principalmente con el cimiento
de nuestras acciones y con la fuente de nuestras motivaciones.
Convertirse a Dios
implica necesariamente que nos alejemos del pecado. La Biblia entera enseña
claramente que arrepentirse es "reconocer el nombre [de Dios] y apartarse
de [nuestros] pecados". 1 Reyes 8:35; 2 Crónicas 7:14; Jeremías 36:3;
Ezequiel 14:6; 18:30; Hechos 3:19; 8:22; 26:18; Apocalipsis 2:21–22; 9:20–21;
16:11. Es de vital importancia señalar que el arrepentimiento es una obra de
Dios en nosotros. Dios permite a los humanos ver su pecado y arrepentirse.
Cuando somos salvos por la gracia ya no somos esclavos del pecado. Aunque aún
luchamos con él, Gálatas 5:17. Dios nos ha dado el don del arrepentimiento
Hechos 11:18, y hemos sido liberados del poder dominador del pecado.
A muchos cristianos
se les ha enseñado que el verdadero arrepentimiento es convertirse del pecado y
nunca regresar. Por lo tanto, muchos cristianos terminan concluyendo que nunca
realmente se han arrepentido sinceramente ya que continúan luchando en ciertas
áreas. Otros concluyen, y esto es mucho más peligroso, que fueron sinceros y
desde entonces no han pecado de manera seria. Esta noción de arrepentimiento es
errónea porque comete el mismo error equivocado que muchas personas hacen con
respecto al pecado. Una vez más, este entendimiento defectuoso pone el foco en
el yo y en nuestra sinceridad. Debemos recordar que el verdadero
arrepentimiento no da lugar a la perfección en esta vida. El verdadero
arrepentimiento es estar de acuerdo con Dios en que somos pecadores y
completamente indefensos, necesitados y dependientes de un salvador. Para el
cristiano esto debe resultar en un odio por el pecado y también nos impide
vivir en paz con nuestro pecado.
Fe y arrepentimiento a lo largo de la vida
Cuando Pablo le
pidió a sus lectores que no se conformara al patrón del mundo, sino que se
transformaran por la renovación de sus mentes, está presentando ante ellos un
desafío de por vida. Romanos 12:2. Hay ciertamente una fe y arrepentimiento
preliminar que inicia la peregrinación de un cristiano, pero estos elementos
deberían también determinar todo el trayecto del recorrido. Nunca vamos más
allá de creer y responder al Evangelio. El evangelio no es sólo para la
conversión. La santificación es la aplicación continua del evangelio a cada
área de nuestras vidas.
Es importante que
los cristianos hagan una práctica de "fe y arrepentimiento" para
evitar caer en las trampas vacías de religión e irreligión. La religión hace
hincapié en la verdad sin la gracia; dice que debemos obedecer para ser salvos.
Por otro lado, la irreligión hace hincapié en la gracia sin verdad, dice que
todos somos aceptados por Dios y debemos decidir lo que es verdad para
nosotros. Pero el evangelio de Jesucristo es totalmente diferente. En el
evangelio somos libres para ver que somos más pecaminosos de lo que jamás nos
atreveríamos a creer, mientras que al mismo tiempo somos más aceptados de lo
que jamás nos habíamos atrevido a esperar.
Cuando observamos a
Cristo como nuestra única esperanza, y su libre gracia permite nuestro perdón,
somos impulsados a una vida de fe y arrepentimiento. Cuando pecamos, y todos
nosotros lo haremos, no perdemos la esperanza como los religiosos porque nuestra
esperanza está en Cristo. En contraste con los irreligiosos, no ignoramos
nuestro pecado, sino que somos capaces de enfrentarlo abiertamente porque
Cristo lo derrotó en la cruz. Este tipo de "mentalidad evangélica"
debe atraer a la gente "al bien", a Cristo, porque resuena con la
realidad del corazón humano.
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