Muestra una perspectiva bíblica y relevante sobre diversos temas en la vida del cristiano, además de presentar mensajes que contienen puntos prácticos que se pueden aplicar en la vida cotidiana.

El juicio de Dios es también anuncio de salvación al pueblo de Dios

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Sin embargo, Jerusalén será un refugio para los que escapen;
    será un lugar santo.
Y el pueblo de Israel regresará
    para reclamar su herencia.
El pueblo de Israel será un fuego violento
    y Edom un campo de hierba seca.
Los descendientes de José serán una llama que rugirá a través del campo,
    devorándolo todo.
No quedará nadie con vida en Edom.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!
»Entonces mi pueblo que vive en el Neguev
    ocupará las montañas de Edom.
Los que viven en las colinas de Judá
    poseerán las llanuras de los filisteos
    y se apoderarán de los campos de Efraín y de Samaria,
y el pueblo de Benjamín
    ocupará la tierra de Galaad.
Los desterrados de Israel volverán a su tierra
    y ocuparán la costa de Fenicia hasta Sarepta, al norte.
Los cautivos de Jerusalén desterrados en el norte
    volverán a casa y repoblarán los pueblos del Neguev.
Los que hayan sido rescatados subirán al monte Sión en Jerusalén
    para gobernar sobre las montañas de Edom.
¡Y el Señor mismo será rey!».

Introducción

Con la exposición de hoy, completamos nuestro estudio sobre el libro de Abdías. Vamos a exponer los versículos finales de esta palabra profética. El texto es: Abdías 1:17-21 y, en estos versículos encontraremos el mensaje final del profeta, que incluye no sólo el castigo de Edom y de otras naciones, sino también la restauración, la salvación y la renovación del pueblo de Dios.

Antes de considerar cada aspecto en particular, vale la pena recordar toda la idea que se percibe en esta profecía de Abdías.

Cuando abrimos los periódicos o vemos los noticieros televisivos, lo que más nos llama la atención es que siempre encontramos algo acerca de la disputa entre los árabes, los musulmanes y los israelíes. Estas personas realmente conforman los titulares de los principales noticieros del mundo. Escuchamos y leemos noticias de ataques de ambos lados, el uno culpando al otro por haber iniciado el conflicto y el otro diciendo que debido a que fue atacado respondió con objetividad.

Tristemente observamos cómo los líderes de ambos países están contentos cuando el ataque realizado contra el enemigo golpea efectivamente los blancos y coloca al otro en la defensiva. Por desgracia, lo que vemos es la realización del viejo dicho: "La desgracia de uno es la felicidad del otro". Esta es la historia de la lucha cruel y sangrienta que ha diezmado vidas durante tantos siglos, como hemos visto. Esto es así porque desde el Antiguo Testamento conforme al relato Bíblico, hemos visto esta misma historia repetirse. La profecía de Abdías, que estudiamos hoy en su parte final está incorporada en esta situación secular.

El imperio de Babilonia se había fortalecido y comenzó a someter a las naciones a su alrededor, e Israel/Judá fue una de ellas. Y de la misma manera como se había alegrado con otras derrotas de Israel, Edom, en esta ocasión, demostró su verdadera conexión con el pueblo de Dios. Edom apoyó a los babilonios en el saqueo y la destrucción de Jerusalén y la opresión del pueblo elegido.

Edom sería juzgado, así como las demás naciones también enfrentarían la justicia de Dios, y parte de ese juicio del día del Señor. Además de castigar a los enemigos de su pueblo, también se constituía en la salvación, la renovación y la restauración del pueblo de Dios. Implícito en el día del Señor estaba el cambio del destino del pueblo de Dios. A través de un remanente resurgiría con vigor el pueblo de Dios.

Como hemos venido observando cosechamos lo que sembramos. Edom siempre traicionó a sus aliados y estos harían lo mismo con ellos. Edom robó y saqueó al pueblo de Dios. Lo mismo les sucedería a ellos más tarde. Edom actuó con violencia contra los hijos de Dios y los mismos israelitas, judíos, los tratarían con violencia. Edom quería la aniquilación de los Judíos, pero ellos no sabían que pronto, Babilonia con quienes se habían aliado, los traicionarían y destruirían. Siendo que Dios tiene el control de todas las naciones, Proverbios 21:1, después de esta destrucción, el mismo pueblo de Israel sería utilizado como instrumento divino para castigar al orgulloso pueblo Edomita.

Porque Dios ama a su pueblo, su pueblo elegido, Dios usó a Abdías para enviar su mensaje específicamente a Edom, pero ese mensaje sirve también de advertencia para todos nosotros. Es en este contexto que el profeta Abdías describe la reacción de Dios de cara a la calamidad que Israel sufría.

Abdías se destaca entre todos los profetas mayores y menores, y es considerado el mejor expositor del gran sueño profético de Israel, expresado en la declaración final del libro: y el reino será de Jehová (cf. vs. 21 RV60).

Como ya hemos visto, Abdías denunció la autosuficiencia y el orgullo de Edom y su actitud sarcástica de alegría frente al sufrimiento de Israel/Judá. Además de traer el mensaje de condenación a Edom, Abdías también trajo un mensaje de esperanza y consuelo para el pueblo de Dios. Abdías inicialmente destacó la inminente destrucción de los edomitas, descendientes de Esaú que por habitar en las montañas pensaban que eran fuertes, poderosos e inexpugnables. Después que Abdías describe el pecado de Edom, Abdías revela la palabra de Dios para Israel/Judá. Esta palabra es una palabra de esperanza, de aliento, una palabra de ánimo. Cuando Dios revela su justo juicio Él también revela su gran misericordia con la cual Él nos trata a todos. ¿Será que hemos aprovechado esa maravillosa misericordia?

El principio de estos versículos finales de Abdías nos trae el siguiente mensaje: La liberación del pueblo de Dios es siempre una demostración del justo juicio y la misericordia divina.

En este texto encontramos tres resultados de la salvación del pueblo de Dios:

El propio pueblo será el instrumento de castigo divino, vs. 17-18

Sin embargo, Jerusalén será un refugio para los que escapen; será un lugar santo. Y el pueblo de Israel regresará para reclamar su herencia. El pueblo de Israel será un fuego violento y Edom un campo de hierba seca. Los descendientes de José serán una llama que rugirá a través del campo, devorándolo todo. No quedará nadie con vida en Edom. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! NTV.

En el versículo 17 encontramos el mensaje para aquellos que escaparían del juicio de Dios; puesto que Él también castiga a su pueblo, y porque es justo y no hace acepción de personas, entonces, esos que escapen formarían un remanente santo que capacitaría a la "casa de Jacob", a retomar sus posesiones perdidas. El remanente de Israel se establecerá sobre el monte Sion, que la visión mesiánica la presenta como inviolable y casa santa de Dios (cf. Joel 3:17).

En el versículo 18, es evidente que la casa de Jacob que es el reino del sur, o el reino de Judá y la casa de José, que es el reino del norte o el reino de Israel será fuego que consumirá la casa de Esaú, que es, la nación de Edom que se convertirá en  rastrojo, que será aniquilada. Pero en este versículo 18 vemos que nadie va a quedar de la casa de Esaú, o no quedará ningún remanente que escape. Esto significa que el profeta Abdías está contrastando el monte de Sion como casa de Dios con el monte de Seir como la casa de Esaú, la casa de perdición. Abdías confronta el remanente de Israel que será salvo con ningún remanente de Esaú, porque todo será desolado. Abdías hace esas comparaciones mostrando cuan cierto es el principio de retribución mencionado anteriormente, en el versículo 15.

Debemos hacer hincapié en dos puntos aquí:
  1. La diferenciación que Abdías hace de la "casa de Jacob" con la "casa de José" es hecha para marcar el concepto del Israel afirmado en las tribus de Efraín y Manasés, mostrando que Abdías separa el reino del norte del reino del sur, haciendo referencia a Judá y a las tribus de Benjamín, y por asociación a la tribu de Simeón.
  2. Cuando Abdías combina las dos "casas" demuestra que este es un hecho que vamos a ver en la era mesiánica, cuando los dos reinos de nuevo serán tratados juntos (cf. Ezequiel 37:16-22; Oseas 1:11).

El propio pueblo reconquistará lo que le pertenecía, vs. 19-20

Entonces mi pueblo que vive en el Neguev ocupará las montañas de Edom. Los que viven en las colinas de Judá poseerán las llanuras de los filisteos y se apoderarán de los campos de Efraín y de Samaria, y el pueblo de Benjamín ocupará la tierra de Galaad. Los desterrados de Israel volverán a su tierra y ocuparán la costa de Fenicia hasta el norte de Sarepta. Los cautivos de Jerusalén desterrados en el norte volverán a casa y repoblarán los pueblos del Neguev. NTV.

En estos versículos Abdías nos muestra la consecuencia de la caída de Edom, nos muestra cómo será el día del Señor, cuando él use a su pueblo como un instrumento de justicia.

Estos versículos contienen información y tratan acerca de la restauración de Israel y Judá como instrumentos en la derrota de Edom. Estos versículos explican que la recomposición de las posesiones geográficas proporcionará beneficios a los hijos de Israel y la restauración de Judá incluirá una expansión de sus antiguos territorios.

El versículo 19 establece que los israelitas del Neguev heredarán la tierra de Edom, es decir, las montañas de Seir, las montañas de Esaú. El Neguev es la región del desierto del sur de Judá, que era a menudo el lugar de los ataques y abusos de los edomitas. También en el verso 19 leemos que los israelitas al pie de las montañas (Sefela) ocuparán la costa conocida como la tierra de los filisteos. Sefela es la región montañosa al suroeste de Judá. Además, tenemos la declaración de que el Neguev y Sefela también poseerían el antiguo territorio del Reino del Norte (Efraín y Samaria) así como el Neguev y Sefela eran parte del reino de Judá.

El versículo 19 nos dice también: y el pueblo de Benjamín ocupará la tierra de Galaad. Esta frase es una referencia al territorio al oeste del río Jordán que fue asignada a la media tribu de Manasés, y para las tribus de Rubén y Gad (cf. Números 32; Deuteronomio 3:8-22 y Josué 13:8-32). Benjamín estaba lejos de Galaad y tendría que viajar a través de Samaria y Efraín para llegar a aquella región, y eso nos recuerda que había una relación especial con el rey Saúl, que era Benjamita. Esta relación fue con Jabes Galaad (cf. 1 Samuel 11:1-11) Y en este sentido, es interesante observar que existe una clara identificación de Judá y Benjamín, y las tribus que sobrevivieron a la deportación del reino del norte por Asiria, constituyéndose así, más adelante, en el remanente de Israel (cf. 1 Crónicas y 2 Crónicas). Y esta declaración refleja la perspectiva del período tardío o posterior al exilio, lo que significa que ambos, Judá y Benjamín, verían la restauración de todo Israel en la tierra, en aquella que fuera la tierra de la promesa.

El versículo 20 declara que los exiliados del pueblo de Israel que estaban entre los cananeos hasta Sarepta y los exiliados de Jerusalén que estaban en Sefarad, retomarían la posesión de las ciudades del Neguev. Eso quiere decir que los del reino del norte que viviera en los territorios fenicios y cananeos hasta Sarepta unirían a los exiliados de Judá. Incluso en la literatura rabínica utilizar Sefarad se refiere a España, en el hebreo Bíblico puede referirse a Sardis, la capital del antiguo reino Lidio al centro oriente de Turquía, que aparentemente era la morada de algunos Judíos exiliados.

También podría ser identificado con la ciudad al oriente de Asiria. De cualquier manera, este versículo destaca como los exiliados del pueblo de Israel y Jerusalén, o los que escaparan, podrían habitar nuevamente en estas regiones. Lo notable es que las escenas colocadas en estos versículos implican directamente una acción divina en la cual la tierra misma viene a ser un agente que vencerá a los enemigos del pueblo de Dios.

El propio pueblo será gobernado por Dios, vs. 21

Los que hayan sido rescatados* subirán al* monte Sión en Jerusalén para gobernar sobre las montañas de Edom. ¡Y el SEÑOR mismo será rey!

En este versículo nos encontramos con esta expresión: Rescatadores. Este es un término que se utiliza en el libro de Jueces para nombrar a los jueces que liberaron a Israel de la opresión extranjera (cf. Jueces 2:16; Isaías 19:20). Estos subirían a, o desde el monte de Sion, símbolo del reino de Dios, para juzgar la región montañosa de Esaú, para administrar, establecer la justicia que en el Antiguo Testamento llevaba consigo la idea de gobernar. Resumiendo el mensaje de su profecía, Abdías destacó que el juicio sobre Edom, se llevaría a cabo por estos Rescatadores, que estaban en Jerusalén.

Es de notar que Joel dice algo similar en relación con otras naciones (cf. Joel 3:12).

Conclusión

Este versículo 21 es visto también como una conclusión de este libro. Él concluye con una profecía y termina el libro con el mismo principio teológico con que inició  el libro. Jehová el Señor es soberano sobre todas las naciones.

La expresión "¡Y el Señor mismo será rey!" (cf. vs. 21b) nos muestra la realidad del reino anunciado, pero no establecido, convirtiéndose así en un mensaje profético. Aquí tenemos un significado especial: todas las expectativas son superadas por la esperanza de que el reino será del Señor, porque Él es el gobernante de la historia de las naciones y el universo (cf. Sofonías 3:15; Zacarías 14:9). Para Abdías sólo con la destrucción de Edom, símbolo de las fuerzas humanas que se levantan contra Dios, podría la restauración, la liberación ser completada y ser inaugurado el reino escatológico de Dios, toda vez que en un gobierno soberano, Dios está por encima de todos los poderes humanos.

Esta es la esperanza segura de la verdad cristiana. Usted sabe que el reino es de Dios.

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