Muestra una perspectiva bíblica y relevante sobre diversos temas en la vida del cristiano, además de presentar mensajes que contienen puntos prácticos que se pueden aplicar en la vida cotidiana.

La importancia del amor fraternal

“Permanezca el amor fraternal” (Hebreos 13:1).

El amor genuino entre los cristianos es un testimonio ante el mundo, ante nosotros mismos y ante Dios. La importancia del amor fraternal se extiende mucho más allá de las paredes de su iglesia local. En Juan 13:35 Jesús dice: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros". En efecto, Dios ha hecho del amor de los unos por los otros la regla de medir por el cual el mundo puede determinar si nuestra profesión cristiana es auténtica. Es por eso que es tan importante que tengamos una actitud desinteresada y coloquemos sinceramente los intereses de nuestros hermanos y hermanas en Cristo delante de los nuestros.

Si usted es un padre, usted sabe el placer que da cuando sus hijos aman y se preocupan por los demás. Tales relaciones armoniosas hacer a una familia muy unida y cumplen con las palabras del salmista: "!!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!" (Salmos 133:1). Dios es complacido y glorificado cuando los hermanos y hermanas cristianos se aman y ministrar juntos en armonía.

Ni el autor de Hebreos, ni el apóstol Juan equipara el amor con un afecto sentimental, superficial. Como ya se ha sugerido, el compromiso práctico marca el verdadero amor fraternal. Si usted no tiene ese compromiso, es razonable poner en duda su relación con Dios (1 Juan 3:17). Negarse a ayudar a un hermano en la fe cuando se puede, según Juan, revela que en realidad no lo ama. Y si no lo amas, el amor de Dios no puede estar en tu corazón, lo que demuestra que usted no pertenece a Él. Esta lógica es aleccionadora y persuasiva. Nos debe motivar aún más, ver la importancia de practicar el amor fraternal: "Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él". (1 Juan 3:18-19).


Medite en estas palabras, haga memoria y pida perdón al Señor por los momentos en los que usted no mostró amor fraternal o cuando usted fue reacio a ayudar a otros cristianos en necesidad.

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