La iglesia ha desarrollado su propio lenguaje solitario, compuesto en su mayoría de formas abreviadas, como las anteriormente expresadas. Con demasiada frecuencia, hablan de ricas verdades Bíblicas con estos términos idiotizados. Y en las iglesias, después de generaciones de tal descuido, muchos no pueden apartar estas frases extra-Bíblicas de la verdad de las Escrituras. Peor aún, estos estereotipos han invadido nuestra adoración, discipulado y evangelismo, y han sembrado confusión doctrinal en todos los aspectos de la vida en la iglesia.
Pero ¡mucho cuidado! Esto no se debe tomar, como un argumento para abandonar todo lenguaje que pueda ser desconocido por el público incrédulo. Palabras Bíblicas como justificación y comunión, tienen un valioso y específico significado, y deben explicarse con cuidado y claridad para que los oyentes inconversos puedan apreciar el rico significado que comunican. Lo mismo ocurre con los conceptos e imágenes difíciles, como por ejemplo, la frase nacer de nuevo, que crea preguntas de interpretación, incluso para su audiencia inicial (Juan 3:4).
El problema no es que las iglesias estén siendo demasiado Bíblicas en la forma en que hablan y describen las verdades Bíblicas. Por el contrario, muchos creyentes han tratado de introducir la verdad central, embruteciendo el lenguaje de la iglesia, ridiculizándolo y agregando términos nuevos. En lugar de cuidar, defender y explicar el lenguaje de las Escrituras, recurren a una variedad de estereotipos que a menudo traicionan la intención original de sus bases bíblicas; otros, desde sus cimientos, son totalmente anti-Bíblicos.
¿La exactitud en la forma que hablamos acerca de Dios y de su Palabra realmente produce alguna diferencia? Cuando nos preguntamos acerca de los peligros potenciales de los estereotipos cristianos, y cuáles estereotipos podrían ser los más problemáticos, podríamos decir que: Existen muchos estereotipos cristianos. Algunos de ellos son utilizados con cierta frecuencia, como por ejemplo la frase: "Déjalo ir y déjaselo a Dios".
Esta es una declaración verdaderamente irresponsable, realmente ridícula. Es una vieja expresión del antinomismo, el cual era una práctica no bíblica, de vivir sin la debida consideración de la santidad de Dios, emplear la gracia de Dios como si fuera una licencia para pecar y confiar en la gracia para ser limpio del pecado.
Este tipo de pensamiento antinómico está presente también en el neognosticismo de la Nueva Era. Se da demasiado peso a la idea de que el Espíritu Santo hace todo. El principio básico de esta doctrina es que: la vida en general es muy corta esperando para ser felices. Si nuestras metas y sueños comienzan a frustrarnos haciéndonos perder la paz, dejando de disfrutar la vida, es señal de que nos estamos aferrando demasiado; tenemos que DEJARLO IR y DEJARLO A DIOS.
Una versión más contaminada dice algo como esto: Aunque hay que aceptar que las pruebas son difíciles, también es verdad que toda nuestra preocupación y ansiedad no nos va a ayudar a solucionar nada. Entonces ¿qué hacemos? Ya no tenemos fuerzas, vemos todo negro, parece que no hay escapatoria y nos cuesta seguir adelante, y nos surgen preguntas como ¿Por qué a mí? o ¿Cómo voy a seguir ahora? Es aquí que llegó el momento de buscar una fuerza más grande que nosotros mismos y más grande que nuestro problema, es hora de refugiarnos en Dios, en el Universo, en la Energía creadora del Universo, en la Entidad que es Todo. Es necesario entregar a Dios nuestro problema, porque nosotros ya no podemos con la carga, estamos sufriendo mucho.
Esto no es lo que enseña la Biblia. No hay un solo pasaje en la Biblia que nos hable acerca de "dejarlo ir y dejárselo a Dios". El apóstol Pedro escribe: “…aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. …Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”, 1 Pedro 1:6-7; 13-15.
Pero eso de decir “déjalo ir y déjaselo a Dios es una declaración irresponsable. Básicamente esta doctrina forma parte de una idea antinómica, en la que todos somos pecadores y eso es lo que realmente somos y no puede hacerse nada al respecto. No podemos refrenar la carne porque la carne es la carne y hasta que seamos glorificados eso es lo que es.
De manera que podrán observar pastores con conductas extraviadas, entonces ya usted sabe, como siguen siendo pecadores y como usted tiene que entender, solo hay que vivir en la gracia. Incluso podrá escuchar a pastores decir que usted ni siquiera es responsable de sus pecados, esa es la carne. No se puede hacer nada al respecto, está ahí no se preocupe por ello. La gracia lo cubre. Todo esto está conectado con la idea de: “déjalo ir y déjaselo a Dios”.
Es preocupante la exactitud, la claridad y la fidelidad doctrinal. Y seguirá siendo difícil e inalcanzable para el pueblo de Dios, siempre y cuando nos apoyemos perezosamente en estereotipos cristianos que confunden y corrompen la verdad. Por el bien de nuestro propio crecimiento espiritual, y por el bien del mundo que observa, que necesita la clara verdad de la Escritura, necesitamos poner en orden la forma en que hablamos acerca de Dios y Su obra en nuestras vidas.
En los próximos días, vamos a echar un vistazo más de cerca a algunos de los tópicos más populares y contaminantes que la iglesia ha abrazado. Vamos a examinar sus raíces en la Escritura, y dónde se saltan los senderos de fidelidad bíblica. A través de este estudio, queremos ayudar a disciplinar su mente para pensar bíblicamente y proteger su lengua de las declaraciones descuidadas que menoscaban la rica verdad de la Palabra de Dios.
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