Texto
Isaías 58:13-14 dice así la santa e inerrante palabra de nuestro Señor:"Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado".
Introducción
Hoy día, claramente se puede observar que existe, entre los cristianos, mucha negligencia y desprecio en cuanto a la observancia del día del Señor. Y porque hemos visto, que los congregantes y miembros de esta iglesia, no escapan de esa misma dificultad, el propósito de este sermón es exponer este tema, esta verdad bíblica. Es nuestro deseo poder comunicar las riquezas y abundantes bendiciones que significa guardar, cumplir el día del Señor y ser convencidos en nuestros corazones que es posible deleitarnos en este precioso día.
De manera que he titulado este mensaje: La supremacía del día del Señor. El día del Señor se le conoce en el Antiguo Testamento como el Sabbat, día de reposo; y en el Nuevo Testamento, a la luz de la resurrección de Cristo, se le conoce como el día del Señor.
Ahora, antes de comenzar es importante hacer notar que voy a exponer la palabra sobre la base de dos verdades teológicas:
- Primera verdad: Cristo es el cumplimiento de todos los tipos y sombras del Antiguo Testamento. Colosenses nos enseña que Cristo es el cumplimiento de las sombras y tipos del Antiguo Testamento, y Romanos nos enseña que el antiguo pacto ha quedado anulado por causa que el nuevo pacto llegó; y así como cuando la esposa queda libre para casarse una vez que el esposo muere, así también los creyentes ya no estamos relacionados con el antiguo pacto pues hemos muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo para pertenecer a Él y así participar del nuevo pacto. Hemos sido libertados de las sombras y ritos del antiguo pacto porque Cristo es la substancia de todas ellas y la substancia ya vino. Primera verdad que damos por sentado. Colosenses 2:16-17; Hebreos 8:3-5; 10:1; Romanos 7:2-4.
- Segunda verdad: La ley moral de Dios es inmutable, trascendente y vinculante para todos los creyentes, de todas las épocas, de todos los tiempos, por toda la eternidad. Si alguien tiene problema con aceptar que los 10 mandamientos son vinculantes para nosotros, podemos ayudarle en el estudio y comprensión de este tema.
Habiendo dicho esto quiero darles los tres pasos que seguiré al exponer este texto:
- En primer lugar veremos el contexto de nuestro texto.
- En segundo lugar, La proposición condicionante del versículo 13: "Si retrajeres" condicional, "si retrajeres" y
- En tercer lugar, La proposición condicionada. "Entonces", "si retrajeres... entonces".
Estos son los tres puntos que quiero que sigamos el día de hoy para poder extraer las enseñanzas del texto.
Mi propósito al hablar de la supremacía del día del Señor, es enfatizar su importancia en la vida del creyente, las bendiciones que perdemos cuando desdeñamos, subestimamos o menospreciamos el día del Señor. La idea no es pararme aquí, sacar la ley de Moisés y decir: "Hermanos, estamos obligados a obedecerla". Si bien eso es verdad, también es verdad que Dios nos presenta la hermosura del día del Señor, para convencer nuestros corazones, para renovar, reformar nuestras mentes y conformarlos al carácter y pensamiento de Cristo. De manera que este es el objetivo al cual deseo apuntar al exponer la supremacía del día del Señor, por eso he escogido este pasaje de Isaías 58, y es mi propósito exponerlo parte por parte.
Espero en el Señor que en la medida que vaya desarrollando este sermón y a la luz de Isaías 58, podamos percibir que el ser negligentes en la correcta observancia del día del Señor, es perdernos de uno de los beneficios más grandes que Dios nos ha dado para nuestras vidas cristianas. Si, tener en poca estima el santo día del Señor, es perdernos las tantas bendiciones que Dios ha preparado por causa de este día.
Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
Solemos leer el 3er. mandamiento pero no meditar en él, sino que pensamos solo en lo que demanda; pero esta es una manera incorrecta de entender el día del Señor; porque el día del Señor no se nos presenta como una carga, sino como un beneficio para el hombre.
"Después Jesús les dijo: —El día de descanso se hizo para satisfacer las necesidades de la gente, y no para que la gente satisfaga los requisitos del día de descanso. Así que el Hijo del Hombre es Señor, ¡incluso del día de descanso!" v. 27 NTV
El día del Señor fue hecho para el hombre, para su deleite, para su refrigerio, para su crecimiento espiritual.
El día del Señor fue llamado por los puritanos "el mercado del alma". Para nosotros el mercado, quizás, ya no es relevante; pero en aquellos días, el mercado era parte esencial de una sociedad, porque no habían centros comerciales sino que una vez a la semana se reunían muchas personas de diferentes aldeas para vender y comprar sus bienes.
El día del Señor, es el mercado del alma. Es el día establecido por Dios para que el alma se abastezca de toda la mercadería espiritual, de todas las provisiones, para que en la semana nuestro corazón pueda estar saturado de la verdadera adoración.
En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti. Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos. Con mis labios he contado Todos los juicios de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios Más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras. Haz bien a tu siervo; que viva, Y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley. v. 11-18.
Algo ha pasado en nuestro siglo XXI que el día del Señor ya no lo vemos como el lugar de reabastecimiento. Ya no lo vemos como el día establecido por Dios para recibir los medios de gracia. Permítanme darles una ilustración para explicar lo que ha pasado en nuestra historia. La ilustración es algo así:
"Hubo una vez un gran rey que construyó una espléndida ciudad. En esa ciudad construyó un hermoso parque y lo puso en el centro de la ciudad. Tenía hermosos jardines, fuentes de agua, grandes estanques, árboles frondosos y asientos en diverso lugares del parque. Además de esto construyó un teatro, un lugar de reunión en el centro del parque. Entonces el pueblo se acercaba, se reunía en el teatro, pasaba tiempo de esparcimiento deleitándose, y el pueblo tenía comunión con el rey.
Un día el rey salió a un largo viaje, entonces los ciudadanos empezaron a descuidar el precioso parque. La hierba empezó a crecer y ahogar los jardines, los árboles perdieron su follaje, los estanques se empantanaron, las bancas se deterioraron; en general el parque cayó víctima de la acción destructiva dela negligencia.
Unos ciudadanos fueron para restaurar el parque; y ciertamente le regresaron buena parte de la hermosura original, pero por temor a que volviera a declinar, no restauraron las bancas, pusieron vallas para que el pueblo no se acercara a los jardines y a sus frutos, y cobraban impuesto para poder entrar. El parque sólo se convirtió en un centro gubernamental y perdió su atractivo. Los ciudadanos ya no lo buscaban por todas las tarifas y la falta de deleite que encontraban en él.
Entonces el rey envió a su ministro para que resolviera este gran desorden. Lo primero que hizo fue quitar las cuotas y restaurar el teatro para que todos se acercaran, colocó nuevamente las bancas, y quitó todas las vallas para que todos entraran y disfrutaran. Dejó a unos encargados y regresó. Por un tiempo el pueblo se acercó, se deleitaron en el parque, y recordaron al rey; pero una vez más volvió a declinar.
Nuevamente algunos se acercaron pero esta vez con el propósito de comprar el parque para destruirlo y construir algo más elegante; un lujoso centro comercial. Pero otros se acercaron y dijeron: no nosotros lo compraremos, somos tradicionalistas y debemos conservar nuestra tradición en el pueblo. Pero otro grupo dijo: no, no destruyamos este parque para construir algo novedoso, tampoco nos quedemos con él solo porque forma parte de la tradición; regresémoslo a su propósito original, el propósito del rey, el disfrute, el deleite del pueblo y la remembranza de su nombre".
¿Se entiende, se entiende la ilustración? Hay gente, en círculos cristianos, que hoy en día están diciendo que hay que quitar esa tradición del día del Señor. Hay personas que dicen que es posible reunirse cualquier día de la semana, no importa. Hay personas que quieren derribar el santo día del Señor para poder hacer sus actividades familiares, para poder celebrar el día del padre, el día de las madres. Hay otros que dicen: No, dejémoslo; ir a la iglesia el domingo es socialmente bueno para las familias y es agradable. Pero ellos no ven más que una tradición, y han perdido el verdadero objetivo del día del Señor.
Oh hermanos, que este texto nos sirva para recobrar el verdadero propósito del día del Señor. Día para nuestro deleite, día para nuestro gozo, día para la adoración del Padre.
Así que empecemos por ver el contexto de nuestro texto.
El contexto de nuestro texto
¿Porque es necesario empezar por explicar el contexto? Porque el contexto resuelve una interrogante: ¿Qué tiene que ver este texto conmigo? Si ahora yo estoy bajo el régimen del Nuevo Pacto, y ya no tengo ninguna relación con el Antiguo Pacto, ¿qué tiene que ver este pasaje conmigo?
Hermanos de qué serviría exponer las riquezas y bellezas de este pasaje si al final del sermón alguien dice: "Ah, qué buena enseñanza para los que vivieron en el Antiguo Pacto".
Pues ni siquiera Cristo vivió para agradarse a sí mismo. Como dicen las Escrituras: «Los insultos de aquellos que te insultan, oh Dios, han caído sobre mí». Tales cosas se escribieron hace tiempo en las Escrituras para que nos sirvan de enseñanza. Y las Escrituras nos dan esperanza y ánimo mientras esperamos con paciencia hasta que se cumplan las promesas de Dios. Que Dios, quien da esa paciencia y ese ánimo, los ayude a vivir en plena armonía unos con otros, como corresponde a los seguidores de Cristo Jesús. Entonces todos ustedes podrán unirse en una sola voz para dar alabanza y gloria a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 15:3-6 (NTV)
******************************************Esas cosas les sucedieron a ellos como ejemplo para nosotros. Se pusieron por escrito para que nos sirvieran de advertencia a los que vivimos en el fin de los tiempos. 1 Corintios 10:11 (NTV)
Ahora, hay una respuesta más pausada y distendida; se encuentra en el contexto. Y lo glorioso es que el contexto resuelve la interrogante. Si tú te preguntas ¿Qué tiene que ver ese texto conmigo? Esa es una buena pregunta, porque cuando leemos el Antiguo Testamento, principalmente el pentateuco, es natural que nos preguntemos: ¿Qué de esto continúa y que de esto ya no continúa? siendo que Cristo ya vino. De modo que es muy importante preguntarnos, es sano, es bueno.
Así que veamos el contexto, y no tengo que hacer trucos ni malabares torciendo las escrituras, para tratar de convencerlos. Simplemente voy a exponer la belleza del texto.
El libro de Isaías básicamente puede ser dividido en dos partes. Desde el capítulo 1 al capítulo 39 trata del juicio de Dios por los pecados tanto de las naciones paganas, como de la nación de Israel. El capítulo 40 comienza de una manera maravillosa. Dios le dice a Isaías: "Consolad, consolad a mi pueblo —dice vuestro Dios" (LBLA). De manera que desde el capítulo 40 hasta el capítulo 66 trata acerca de la consolación, el consuelo para el pueblo de Israel. Una vez juzgados ahora se les da la esperanza.
Ahora bien, dentro de la consolación viene entretejida la promesa del Mesías, y se nos presenta al Mesías como el siervo de Jehová. Entonces tenemos en el capítulo 53, los sufrimientos de ese Mesías, de ese siervo del Señor, por los pecados del pueblo. Los versículos claves de ese capítulo dicen:
Fue despreciado y rechazado: hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo. Nosotros le dimos la espalda y desviamos la mirada; fue despreciado, y no nos importó. Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios; ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados. Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz; fue azotado para que pudiéramos ser sanados. Isaías 53:3-5 (NTV)
Luego tenemos el capítulo 54. Todo el pasaje lleva un lenguaje de victoria y restauración. Versículos 1-2 (NTV):
"¡Canta, oh mujer sin hijos, tú que nunca diste a luz! Prorrumpe en canciones de alegría a toda voz, oh Jerusalén, tú que nunca tuviste dolores de parto. Pues la mujer desolada ahora tiene más hijos que la que vive con su esposo —dice el Señor—. Agranda tu casa; construye una ampliación. Extiende tu hogar y no repares en gastos".
En el capítulo 55 tenemos la libre oferta de esa victoria, la libre oferta de ese sacrificio. Leamos cómo empieza versículo 1:
"A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura".
Lo que nos habla este capítulo es de la invitación gratuita para que vengan a deleitarse en esa victoria. Oh pueblo, no sigas gastando tus fuerzas en deleites que no traen provecho.
"Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal. Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco. Porque así dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá. Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos".
Las bendiciones no eran sólo para Israel si se arrepentían, estaban siendo extendidas a los extranjeros también. Este pasaje habla acerca de ti y de mi, esto es acerca de nosotros. El pueblo extranjero estaba "sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo". Efesios 2:12.
Podemos observar que éste es lenguaje del nuevo pacto. La razón principal es que ahora los eunucos pueden entrar a la casa de Dios. Si usted lee Deuteronomio 23:1 se dará cuenta que los eunucos no eran admitidos en el templo de Dios. Estas son palabras que apuntan al nuevo pacto, donde todos los pueblos podrían ser reunidos en este precioso templo, para adorar al Señor.
Aquí hay algo que debo resaltar: La clara evidencia más irrebatible de un genuino corazón arrepentido es la observancia del día del Señor.
En el capítulo 57 se vuelve a repetir una maldición sobre Israel, el versículo 3 capítulo 57:
"Mas vosotros llegaos acá, hijos de la hechicera, generación del adúltero y de la fornicaria. ¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos rebeldes, generación mentirosa".
En este pasaje Dios se presenta legítimamente enojado cuando Su voz no es escuchada, mucho más, cuando a sabiendas se gozan en el pecado y la idolatría. Los pecadores están siendo advertidos que no encontrarán quietud, ni satisfacción, ni deleite, en sus propios corazones y sentirán toda la fuerza de Su ira, si no se arrepiente y abandonan el pecado.
Ahora llegamos al capítulo 58 y observen lo que sucede en este capítulo. El Señor los está exhortando acerca de sus malos caminos, de las consecuencias de sus pecados, y la respuesta del pueblo es un altercado con Dios. El pueblo de Israel está reclamando y el Señor les pregunta capítulo 58 versículo 3:
"¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido?"
Ellos no están escuchando a Dios, ellos solo empiezan a polemizar: Señor, porque nos estás juzgando de esta manera. ¿Tu no ves que nosotros hicimos ayuno, no ves que afligimos nuestras almas? No escuchaste o ni siquiera te enteraste.
"Ustedes se humillan al hacer penitencia por pura fórmula: inclinan la cabeza como cañas en el viento, se visten de tela áspera y se cubren de cenizas. ¿A eso le llaman ayunar? ¿Realmente creen que eso agrada al Señor?".La respuesta sencilla. ¿Quién les dijo que eso era lo que me agrada? Lo que me agrada es:
"pongan en libertad a los que están encarcelados injustamente; alivien la carga de los que trabajan para ustedes. Dejen en libertad a los oprimidos y suelten las cadenas que atan a la gente. Compartan su comida con los hambrientos y den refugio y los que no tienen hogar; denles ropa a quienes la necesiten y no se escondan de parientes que precisen su ayuda".Hasta aquí dejamos nuestro contexto general.
Ahora bien si alguien aún se pregunta ¿qué tiene que ver todo esto conmigo? La respuesta es: tiene todo que ver. Es verdad que está escrito dentro del sistema del Antiguo Pacto, pero las verdades aquí impresas, las verdades aquí inspiradas por el Espíritu de Dios tienen todo que ver con nuestra alma en el tiempo presente; tienen todas la instrucciones, todas las indicaciones para modelar nuestra conducta en el día del Señor.
La proposición condicionante
Entremos entonces en nuestro segundo punto: La proposición condicionante. Cuáles son las condiciones de este día del Señor, cuáles son las condiciones para las promesas:
"Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras".
Una simple lectura de este texto, sin mucha exposición, sin mucho análisis, ya habla directo a nuestro corazón. Es que el día establecido por el Señor, es un día de sagrada observancia, no es un día para ocuparse de los intereses personales, no es un día de andar en nuestros propios deseos, no es un día para hablar palabras inútiles.
Todo esto es un lenguaje que contrasta los días comerciales con el día del Señor, exegéticamente hablando Isaías 58:13 tiene como contexto inmediato los días comerciales. Es un lenguaje que prohíbe, es un lenguaje que nos enseña que el día del Señor no es como cualquier otro día de la semana, que el día del Señor no debe ser tratado profanamente.
Ahora tú te preguntarás ¿qué es profanar? Profanar es tratar como común aquello que es santo. En el relato de Éxodo 3 El Señor se le aparece a Moisés en la zarza; y le llamó la atención a Moisés que la zarza ardía y no se consumía. Entonces acercándose para ver lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !Moisés, Moisés! No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Si Moisés pisaba con las sandalias, ese lugar, profanaba la tierra santa.
Profanar es tratar como común las cosas santas y sagradas que el Señor ha establecido, y nos es prohibido, rotundamente, tratar el día del Señor como cualquier otro día.
Ahora, no estoy hablando de no hacer las cosas que son necesarias para vivir. Ni siquiera de eso se trataba el Sabbat en el Antiguo Pacto. Cuando el Señor estaba pasando por los sembrados un día de reposo, los fariseos le preguntaron ¿por qué arrancan espigas tus discípulos? el Señor les contesta: ustedes solo siguen la tradición.
Cristo estaba siguiendo el verdadero día de reposo mosaico y arrancar las espigas no era algo prohibido. De manera que no estoy hablando de las cosas que son necesarias para la vida. Lo que señala el pasaje es que todas aquellas cosas que nos son permitidas hacer los seis días de la semana, no deben ser hechas en el santo día del Señor.
Dios nos ha dado seis días para trabajar y en esos seis días debe ser hecha la obra. El problema es que hoy en día, para muchos de nosotros, el día de Señor no es más que otro día de la semana. Es muy fácil destinar ese día para cualquier actividad cotidiana. Se nos hace fácil asistir a cualquier invitación, e ignorar el santo día del Señor. Se nos hace fácil dejar de asistir al templo el día santo del Señor.
Hermanos, algunos dejan de asistir al templo porque tienen que lavar la ropa, o le hicieron una invitación al club, o fueron invitados a una fiesta y se acostaron tarde, o porque ese mes comenzó la serie de su deporte favorito. Pero quiero decirte: el día del Señor es mucho más importante, extremadamente más importante, que cualquier reunión, invitación, celebración, junta, fiesta, velada, ofertas y afines que puedas tener.
Que importante es este texto en nuestra cultura posmoderna que relativiza todo, y este relativismo nos ataca y se mete a la Iglesia. Algunos dicen: Ay, yo no asisto al día del Señor, falto mucho al día del Señor pero tú no conoces mi corazón. No, el pasaje dice: la verdadera piedad se demuestra por la manera en que valoras el santo día del Señor. Otros dirán: Yo no asisto al día del Señor pero yo no me he alejado de Dios. Así que no me digas nada, porque tú no ves mi conducta. Pues no, el pasaje dice: pueblo no puedes decir que no veo tu corazón; porque la manera en que valoras el santo día del Señor es el reflejo de lo que hay en tu corazón. Herejía, eso no es más que herejía. Si me amáis guardad mis mandamientos, dice el Señor. No hagas cosas que el Señor no te ha mandado, has lo que Él te ha mandado, que guardes este día entre siete como santo.
Voy a contarles la historia de una oferta que le hicieron al pastor Charles Spurgeon. Un día le llegó a este pastor una carta de la mismísima reina de Inglaterra que decía: Te doy un trabajo como mi consejero, un puesto importante al lado de la reina. Y Spurgeon contesta la carta y dice: "Mi Señora le agradezco por tan grande privilegio, pero el Señor me ha dado la oportunidad de ser pastor de la grey de Dios". Y la reina se enoja y vuelve a mandar una carta y dice: "Cómo te atreves a comparar el puesto que yo te ofrezco con ser pastor de una iglesia". Y Spurgeon le contesta: "Es cierto mi Señora, cómo me atreví a comparar el trabajo que tú me das, terrenal, de un reino terrenal y mundano, con el trabajo celestial de apacentar la grey de Dios".
Hermanos algunos dan más importancia a las cosas de este mundo que a la celebración del día del Señor. Es verdad ya no estamos bajo el Antiguo Pacto y las reglas y ceremonias mosaicas, pero el 3er. mandamiento sigue siendo vinculante para el pueblo de Dios, sigue siendo obligatorio. Vuelvo a repetir, no hablo de esas cosas que llegan a ser necesarias en nuestra vida y que debemos prestar atención; cosas que serían imposibles o imprudentes no atender. Más bien hablo de aquellas cosas vanas e inútiles por las cuales muy fácilmente nos desentendemos del día del Señor, y lo valoramos como una cosa más entre muchas otras. Hermanos, el día del Señor no es una cosa más entre muchas otras, día del Señor es todo del Señor y es santo.
"Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová"Creo que el versículo 13 podemos resumirlo en esta oración. Y quiero explicarlo con un ejemplo práctico.
Alguna vez fuimos invitados al río a pasar el día y preparar un sancocho, con algunos familiares, amigos o creyentes. Seguramente con anterioridad compramos todo lo que nos asignaron para la preparación del sancocho. También preparamos toda la indumentaria necesaria, porque el día siguiente debíamos salir temprano. Al día siguiente todos nos levantamos temprano, no hubo necesidad de apresurar a ninguno. Pronto nos pusimos en marcha para encontrarnos con el resto del grupo en el río.
Una vez en el río nos entregamos de lleno a la diversión. Nos bañamos, jugamos voleibol, damas chinas y domino. Ayudamos a las mujeres a cocinar el sancocho, por cierto, comimos tarde, como a las tres, porque nos distrajimos mucho con los juegos. Luego del almuerzo nos sentamos para bajar la comida, charlar un poco y compartir con aquellos con quienes hasta ahora no habíamos tenido contacto. Un rato más tarde comenzamos a bañarnos y a jugar nuevamente hasta que empezó a caer la tarde.
Pronto se comenzó a escuchar: "Bueno, es tiempo de recoger todo antes de que anochezca", los niños decían: “Ay papi ¿tenemos que irnos ya? ¿Podemos venir la próxima semana?". Algunas de las mujeres se decían entre ellas: "Bueno, otra vez a la rutina. ¡Cómo me gustaría que este día fuera más largo!" Seguramente todos nos fuimos deseando regresar.
Todas las semanas tenemos un día de reposo. Sin embargo llega el domingo y ni siquiera hemos preparado nuestras almas para deleitarnos, para acercarnos, para buscar del Señor en ese santo día. Hermanos, así como hacemos tanta preparación para otras cosas en este mundo y preparamos nuestras cosas para salir el día lunes a trabajar, así debemos preparar nuestros corazones, así debemos apartar nuestras mentes, así debemos clamar al Señor el día sábado por las noche y rogar: Señor mi corazón es rebelde y es necio, mis pensamientos se distraen con los afanes, permítete apartar mi pie, permítete apartar mi mente y mis palabras para no hacer mi voluntad.
El propósito de apartar, santificar el día del Señor no es simplemente descanso físico, sino consagración, suspensión de nuestra labor de manera que podamos deleitarnos en Dios, buscar al Señor y tener comunión con nuestros hermanos.
La proposición condicionada
Vamos ahora con nuestro 3er. punto: La proposición condicionada. ¿Qué es lo que se promete al que santifica el día del Señor? Esto es maravilloso:
"entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado".
Todos los que son cristianos, los verdaderos hijos de Dios, tenemos deleite en el Señor. Antes nos deleitábamos en el pecado, pero ahora por causa del nuevo corazón nos deleitamos en el Señor y sus mandamientos.
Ahora, es posible que pasemos por tiempos en los que no nos encontremos satisfechos deleitándonos con Dios. Puede que estemos deseando tener más deleite, porque observamos que nuestros corazones están fríos, apáticos, nuestros pasos están apesadumbrados, tenemos falta de celo, falta de devoción. ¿Qué está pasando?
¿Qué más se promete? "Entonces te deleitarás en Jehová y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra".
Hermanos, Isaías 58 dice que si apartamos y estimamos este día como santo, como especial; si lo tenemos como algo santo y delicioso para nosotros, nos hará andar sobre nuestros enemigos. Esto significa victoria sobre el mundo que se opone a la santidad, victoria sobre el diablo que nos tienta, victoria sobre nuestra propia carne.
Me pregunto si la flaqueza y debilidad, nuestra decadencia espiritual y caída en la tentación no se debe a esta baja estima del día del Señor. No deberemos esperar entonces la victoria sobre la tentación, la victoria sobre el diablo, la victoria sobre nuestra carne, cuando hacemos muchas actividades para Dios pero no estimamos su día santo.
"y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre porque la boca de Jehová lo ha hablado".
Comer de la heredad de Jacob significa participar de las mismas bendiciones, promesas y aprovisionamientos que fueron hechos a Israel. Dice el texto, que entonces cuando guardes el día del Señor como es debido, con todo tu corazón, derramando tu corazón para con ese día, entonces tendremos deleite las cosas espirituales.
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