Gálatas 2:1-10
En este texto seguimos considerando los aspectos biográficos que mencionó Pablo cuando escribió a los Gálatas, con el fin de devolverlos a una fe genuina y pura del verdadero evangelio que él les proclamó. Y como vimos en el estudio anterior, Pablo inmediatamente después de su conversión y su llamado ministerial fue a Arabia y allí tuvo momentos especiales con el Señor Jesús; sin duda, recibió por revelación el evangelio que ahora predicaba con toda confianza. Pero también vimos que después de este tiempo, Pablo visitó Jerusalén y tuvo contacto con Pedro y Santiago; dos de los principales apóstoles y líderes de la iglesia. Esta reunión fue importante porque demostró la comunión y la unidad que había en el liderazgo de la iglesia primitiva.
Se podría llegar a deducir que el evangelio recibido por el Apóstol Pablo en la región árabe, no era exactamente el mismo evangelio que los apóstoles recibieron personalmente de los labios de Jesús. Pero ¡Sí!, era el mismo evangelio, porque hay sólo un evangelio verdadero. Es el evangelio de Cristo, el poder de Dios que transforma la vida de cualquier ser humano que lo reciba. Vamos entonces a constatar en este capítulo 2 que había una armonía perfecta entre el evangelio que Pablo recibió por revelación de Cristo y el Evangelio que los apóstoles recibieron directamente de Jesús. Cuando ellos se reunieron en Jerusalén, Pablo y los apóstoles demostraron que el evangelio predicado por ellos era el mismo, y la iglesia en Jerusalén recibió con plena aprobación el evangelio proclamado por Pablo.
Después del primer viaje y antes de iniciar el segundo, en el que él fundaría otras comunidades cristianas en la región de Galacia, como vimos anteriormente, Pablo visitó Jerusalén con Bernabé y Tito para participar en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15, Gálatas 2:1); una importante reunión de la iglesia en la que se definió que el verdadero evangelio debe ser recibido solamente por fe, basado en la gracia de Dios. También vimos que Pablo no estaba allí para pedir autorización para el ministerio o para someter su contenido a los líderes de Jerusalén. Tanto el llamado como su predicación habían sido dadas directamente por el Señor Jesús. Su predicación era clara: Cristo nos libró para que seamos completamente libres (5:1). Pero Pablo, que siempre trató de obedecer a su Señor, fue a Jerusalén en obediencia a una revelación (2:2) y en esta ocasión, acompañado por Tito, que era gentil, quien fuese su discípulo y fiel ayudante, no fue obligado a circuncidarse. Si observamos el texto con objetividad, se podrá entender por qué Pablo relata estos eventos.
Pablo da detalles de su biografía, porque quería mostrar en todas las maneras posibles a los gálatas la insensatez de la actitud que ellos estaban tomando, dejándose engañar por falsos maestros que proponían un mensaje diferente al que él les había anunciado. Si bien para Dios, en Cristo, no hay mayor o menor, pues todos somos siervos del mismo Señor, Pablo incluso mencionó que se encontró con Santiago, Pedro y Juan, que eran líderes respetables y notables en la iglesia cristiana, y ellos le extendieron su mano derecha él y a Bernabé, mostrando que había unidad en la predicación; sólo que habría objetivos diferentes a alcanzar. Mientras ellos se ocuparían de la evangelización de los judíos, él, Pablo, se centraría más en su ministerio de evangelización a los gentiles.
Ciertamente, dirigido por el Señor, Pablo tomó estas actitudes, dio estos pasos para probar la unidad del mensaje del evangelio. Llevando consigo a Tito, un creyente gentil, Pablo ciertamente hizo que la iglesia de Jerusalén y sobre todo los líderes apostólicos tomaran una decisión. ¿Rechazarían a Tito o lo recibirían como a un hermano de la misma familia de la fe? Esa decisión mostraría y mostró que la hipocresía debería ser dejada de lado y que la fe genuina en el verdadero evangelio era el camino correcto a seguir. Así que, como resumen de este texto podemos tener como principio rector para nuestras vidas la frase siguiente: Cada cristiano debe desarrollar su ministerio de forma genuina a fin de proclamar la verdad del evangelio.
En este texto encontramos cinco aspectos de un genuino ministerio que proclama la verdad del evangelio:
I. Actúa en obediencia al Señor, vs. 1-2
Atienda bien a estos versos: "Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles".El relato de Pablo es muy objetivo. Él dice que fue a Jerusalén acompañado de un joven trabajador, su discípulo, llamado Tito, que era griego, por lo que era gentil. El apóstol Pablo también fue acompañado por Bernabé. La gran pregunta llevada a discusión en aquel concilio, que fue el primer concilio de la iglesia cristiana, fue la siguiente: ¿Para que el hombre fuese salvo, era necesario o no cumplir la ley? O más bien, ¿El hombre es salvo por gracia o por la gracia más la obediencia a la ley? Pablo tenía consigo a este joven discípulo Tito, que no habían sido circuncidados de acuerdo a la ley. Tito estaba presente. ¿Se vería obligado a ser circuncidado? Era un tema muy importante. Y esta pregunta sería contestada aquí, en este concilio.
La iglesia recién formada de Cristo tuvo que definir su doctrina. El fundador de nuestra iglesia es Cristo. Y sobre la piedra que era él mismo, él edificaría su iglesia. Bueno, allí en ese concilio estaba Pablo. Allí estaban los otros apóstoles. ¿Cuál es la posición del verdadero cristiano ante la ley? Esta era la pregunta que el concilio de Jerusalén tendría que responder. Los judaizantes que aparecieron en Galacia predicaban que los creyentes debían vivir todavía bajo el régimen de la ley. Decían que los creyentes de Jerusalén seguían viviendo de acuerdo a la ley. Muchos iban al templo de Jerusalén para adorar. De hecho, el templo era aún un lugar donde se reunían muchos creyentes, y no había nada malo en ello. Pero esto no significaba que los primeros cristianos estuviesen cumpliendo con la ley de Moisés, puesto que ya eran cristianos y ya no estaban bajo la ley, sino bajo la gracia.
Entonces, llegaron Pablo, Bernabé y Tito a Jerusalén, a fin de decidir definitivamente la cuestión. Pero es bueno tener en cuenta que el apóstol Pablo fue a Jerusalén, no por cuenta propia, no por una decisión personal, sino que él estaba obedeciendo la revelación que recibió del cielo para encaminarse hacia Jerusalén con ese fin, para ese propósito. Pablo fue a Jerusalén con gran humildad. Quería resolver estas disputas que eran muy graves. Quería mantener la unidad de la vida de la iglesia y la predicación que ella proclamaba. Esto fue de gran interés para el apóstol. Si Pablo hubiese estado predicando un evangelio diferente al de los apóstoles, entonces algo no iba bien. Pablo estaba admitiendo que si no había consenso en la predicación su trabajo estaba siendo inútil, sin valor. Él no quería estar corriendo en vano. Respetando a los que eran líderes de la iglesia cristiana en Jerusalén, Pablo fue obediente a la revelación del Señor que él había recibido y por lo tanto quiso definir este tema tan importante, para que continuase en pie y fructífero en su ministerio. Espero que estas también sean sus preocupaciones en el ministerio que realiza en su comunidad: unidad de visión y eficiencia en la fructificación.
II. Mantiene la proclamación de la libertad, vs. 3-4
Observemos estos versículos: "Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud".Usted debe recordar que algunos judíos fueron a la iglesia de Galacia, donde Pablo había predicado, y allá ellos presentaron las doctrinas del judaísmo. Ahora estaban aquí como instrumentos del mal, aprovechando la libertad que los cristianos disfrutan en Cristo para espiarlos, para ver cómo vivían en comunidad. Y aquí ellos vieron que Pablo no había obligado a Tito, su joven discípulo, a circuncidarse. Estos falsos hermanos, los judaizantes, a partir de ahí empezaron a predicar y proclamar la necesidad del cumplimiento de la ley mosaica a los gentiles para ser salvos. Bueno, Pablo y Tito estaban ahora juntos en Jerusalén con Bernabé, todos esperaban el resultado y el posicionamiento que el concilio tomaría con respecto a esta importante cuestión.
III. Anuncia el verdadero mensaje vs. 5
Ahora el versículo 5 dice: "a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros".Las palabras del versículo cinco son inconfundibles. Pablo declaró que por ninguna razón volvería a someterse al yugo y la esclavitud de la ley. Los judaizantes querían que Tito se circuncidara, de lo contrario no podía ser salvo y no podía asistir a las reuniones de la iglesia (Hechos 15:1-5). Pablo rechazó tal postura y dijo que no era necesario circuncidar a Tito. Tito era tan fiel como cualquier creyente presente allí. Era un verdadero cristiano. Era salvo por la fe, sin importar la ley o la circuncisión. Él no tenía que participar en ningún sistema legalista para ser salvo. Este mensaje es muy importante para nuestros días, porque todavía encontramos muchos por ahí que exigen de los cristianos el cumplimiento y obediencia a un conjunto de reglas y costumbres que fueron abolidas en Cristo.
IV. Reconoce que el Señor es el que establece sus ministros, vs. 6-8
"Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles)".Usted debe recordar que en el versículo 2 Pablo presentó ante el concilio el evangelio que predicaba. Y, en particular, lo presentó a los que parecían más influyentes. Y aquí, en el versículo 6, repitió, tal vez con un toque de humor sarcástico que lo presentó a los que parecían ser de mayor influencia; dijo esto porque él sabía que delante del Señor todos eran iguales. Pablo, Bernabé y Tito, dijeron a los apóstoles y a los otros cristianos de Jerusalén que estaban predicando el evangelio de la gracia. Y este era el mismo evangelio que había sido dado por Cristo a los apóstoles en el principio.
Ese concilio en Jerusalén fue un evento muy importante, y podemos darnos cuenta que había entre todos pleno acuerdo, plena armonía. Todos ellos predicaban el mismo evangelio. ¡Fue algo maravilloso! No hubo necesidad de cambiar nada, ni de dar prioridad de la predicación a los Judíos, ni que Pablo y su equipo diera prioridad a la predicación a los gentiles. Por el contrario, como vieron que el evangelio era el mismo sólo dividieron los énfasis ministeriales. Entre estos dos hombres de Dios había armonía, no había ningún malentendido. El evangelio a la circuncisión era de Pedro, y el evangelio de la incircuncisión era de Pablo. Esto fue lo que se decidió entre los dos. Por cierto, esto fue una determinación divina. Y el versículo 8 confirma esta decisión: "(pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles)". Sin embargo, la mayor prueba de que estaban en lo correcto en su decisión fueron los resultados. Dios obró de manera efectiva tanto en un caso como en el otro. Cuando Pedro predicaba el evangelio, el pueblo se convertía. Cuando Pablo predicaba el evangelio, el pueblo se convertía. Cada uno en su área, en su campo. La verdadera prueba del trabajo es el resultado. Querido amigo, si no hay resultados en nuestro trabajo, no estamos siendo bendecidos.
La iglesia predica un mensaje con objetivos y propósitos eternos. Naturalmente, el mensaje del evangelio tiene consecuencias maravillosas en nuestras vidas, y las vidas de las personas; pero ella debe tener efectos duraderos y eternos. Mi oración es que la predicación del evangelio vivo, lleno de poder y de gracia transformadora, pueda producir frutos eternos.
V. Reconocer la gracia y aceptar a otros a la comunión, vs 9-10
"y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer".Estos versículos muestran el final de esa decisión. Esos siervos del Señor tomarían caminos diferentes en la obra que Dios había designado para cada uno. Pablo y Bernabé fueron llamados por Dios para desarrollar el trabajo de la evangelización entre los gentiles, mientras que Pedro y los demás se encargaron de llevar el mensaje a los judíos. Cuando todos reconocieron que estaban unidos en la proclamación del mismo mensaje y cuando definieron sus áreas, sus campos de actuación, hubo gran comunión entre todos ellos. Y en el versículo 10 agrega que se recomendó que la predicación del evangelio de la gracia no excluyera el mensaje de la responsabilidad que todos tenemos para con nuestros hermanos y para con los necesitados.
En la segunda carta de Pablo a los Corintios tenemos una referencia a la ofrenda que el apóstol Pablo estaba levantando en varias iglesias para los creyentes de la iglesia de Jerusalén, que fueron víctimas de una severa persecución y de la sequía que afectó a Palestina. Pablo, cuando todavía no era cristiano participó de esa persecución. Y tal vez esa era una razón por la cual él se sentía en el deber de levantar ofrendas de todo el mundo para los hermanos pobres. Este era un servicio social. Si hay un área de la iglesia donde nos sentimos culpables, esta zona se llama la acción social. Santiago fue muy práctico en ese sentido. Santiago dijo: "Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?" (Santiago 2:15-16).
Tenemos que hacer mucho más por los necesitados. Estamos haciendo algo, pero tenemos que hacer más, podemos hacer mucho más. Hay pocas personas hoy en día que creen que hacer esto es un deber cristiano, y un deber bíblico. Pablo dijo aquí en este texto que esta debe ser nuestra práctica. En el versículo 10 leemos: "Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer". Es cierto que el mensaje del evangelio enfatiza y resalta la gracia divina, pero no hay duda que tenemos que predicar todo el Evangelio a todo el hombre. Y eso significa que el mensaje de la gracia en todas sus dimensiones, debe llegar a todas las partes del ser humano. Nunca piense que el creyente no puede tener obligaciones sociales que cumplir. Somos amonestados por la palabra de Dios a una vida de buenas obras, de cooperación, de acción, de amor. Sólo recuerde aquí la parábola del Buen Samaritano, en la que Jesús condena la indiferencia de los religiosos que pasaron por el moribundo, dejándolo al borde del camino, sin darle ninguna ayuda. Por otro lado, Jesús alabó y elogió la acción de un samaritano que pasando después del sacerdote y del levita por el mismo camino y en el mismo lugar, dio asistencia completa al pobre moribundo. Cuando terminó de contar la parábola, Jesús nos mandó a hacer lo mismo que hizo aquel bondadoso samaritano. Jesús fue enfático usando estas palabras: "Ve y haz tú lo mismo".
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