Muchas personas
llegan a la conclusión de que hacer juicios sobre cualquiera, especialmente
entre los cristianos, es incorrecto porque la Biblia dice "no
juzgues" (Mateo 7:1).
Vivimos en un mundo
que cada vez más se esfuerza por promover la idea de la tolerancia, sin embargo
en tanto que lo intenta se vuelve intolerante hacia los absolutos cristianos.
Ya se trate de la religión, el comportamiento o la sexualidad humana, hay un
creciente sentimiento anticristiano. En última instancia, fundamentada en esta
"tolerancia" está el concepto de que la verdad está determinada por
cada individuo, no por Dios. Esto ha llevado a muchas personas a concluir que
hacer juicios sobre alguien (especialmente viniendo de los cristianos) es
incorrecto porque la Biblia dice "no juzgues" (Mateo 7: 1).
Curiosamente, los que rechazan la noción de Dios o la credibilidad de la Biblia
a menudo intentan usar la Palabra de Dios (por ejemplo, citando pasajes fuera
de contexto) para excusar sus acciones o patrones de pensamiento cuando se les
presenta el evangelio y el empeño de los pecadores por rechazarlo.
La autoridad para juzgar
La Escritura deja
muy claro que hay un juez supremo de todo, el Señor nuestro Dios, y que sólo Él
tiene la autoridad para determinar los motivos y procederes correctos e
incorrectos.
Muchos pasajes del
Antiguo Testamento afirman la verdad de Dios como Juez:
- Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío todos los días. (Salmos 7:11)
- El juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con rectitud. (Salmos 9:8)
- Y los cielos declararán su justicia, Porque Dios es el juez. (Salmos 50:6)
- Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará. (Isaías 33:22)
El Antiguo
Testamento está lleno de pasajes que establecen a Dios como el Juez Supremo.
Cuando llegamos al Nuevo Testamento, encontramos que el Padre ha entregado
autoridad y juicio al Hijo. Jesús habló de esta autoridad antes de ascender al
cielo después de la Resurrección (Mateo 28:18).
- “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22)
- “Yo he venido como una luz para brillar en este mundo de oscuridad, a fin de que todos los que pongan su confianza en mí no queden más en la oscuridad. No voy a juzgar a los que me oyen pero no me obedecen, porque he venido para salvar al mundo y no para juzgarlo. Pero todos los que me rechazan a mí y rechazan mi mensaje serán juzgados el día del juicio por la verdad que yo he hablado.” (Juan 12:46–48 NTV)
- Pues él ha fijado un día para juzgar al mundo con justicia por el hombre que él ha designado, y les demostró a todos quién es ese hombre al levantarlo de los muertos. (Hechos17:31 NTV)
Como lo demuestran
estos pasajes y muchos otros, la Biblia deja muy claro que un día Jesús juzgará
justamente a toda la humanidad basado en la fe de cada individuo o en el
rechazo del Hijo de Dios. Para un mundo lleno de personas que creen en el
relativismo moral y para muchos cristianos profesantes que practican la
moralidad en un intento de ganar justicia, este día estará lleno de temor y
miedo. El Juez del universo ha hecho un juicio con respecto a la salvación,
repetido por el Apóstol Pedro en Hechos 4:12: "Y en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos." No habrá tiempo para debatir si el juicio es correcto
o incorrecto porque el Juez Supremo ha decretado Su justicia a través del Hijo.
Consideremos la idea
de juzgar cuando se trata de creyentes e incrédulos. Los métodos son diferentes
para cada uno de estos dos grupos, pero el objetivo es la reconciliación. Los
incrédulos necesitan conocer a Cristo y reconciliarse con Él, y los creyentes
necesitan crecer y madurar en Cristo y reconciliarse unos con otros.
Cómo juzgar cuando se trata de los incrédulos
Cuando un cristiano
presenta con amor y gracia el evangelio a los incrédulos, está haciendo un
juicio de la posición de cada uno con respecto a Dios. La Biblia claramente
expone que todos los hombres son pecadores, que están destituidos de la gloria
de Dios y que necesitan la redención de sus pecados (Romanos 3:23). Este juicio
no se hace a partir de la opinión del cristiano que está presentando el
evangelio, sino más bien por lo que la Biblia claramente manifiesta.
La afirmación de que
los cristianos no deben juzgar, a menudo se hace cuando se trata de temas como
el aborto, el adulterio, la homosexualidad y el matrimonio entre personas del
mismo sexo. Cuando un cristiano dice, por ejemplo, que la conducta homosexual
es un pecado y que el matrimonio entre personas del mismo sexo es incorrecto, a
menudo se le presentan objeciones como las siguientes:
- “¿Quiénes son ustedes para juzgar a dos personas que se aman?”
- “¿Quién te crees que eres, diciéndole a alguien a quienes ellos pueden o no pueden amar? ¡Tú eres un pecador también!”
- “La vida privada de alguien no es asunto tuyo. No los juzgues.”
Algunas personas
incluso citarán Mateo 7:1, donde Cristo dijo durante el Sermón de la Montaña:
"No juzguéis, para que no seáis juzgados." Por supuesto, cuando citan
este versículo con respecto a tales situaciones, lo citan fuera de contexto para
apoyar sus declaraciones engañosas. Cuando consideramos el concepto de juzgar,
especialmente en lo que se refiere al Sermón de la Montaña, Cristo nos amonesta
que debemos discernir, no condenar.
Hay problemas
deductivos significativos con la afirmación de que los creyentes no deben
juzgar. La primera se hace evidente cuando leemos el contexto de Mateo 7:1.
No juzguen a los demás, y no serán
juzgados. Pues serán tratados de la misma forma en que traten a los demás. El
criterio que usen para juzgar a otros es el criterio con el que se les juzgará
a ustedes. ¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo, cuando
tú tienes un tronco en el tuyo? ¿Cómo puedes pensar en decirle a tu amigo:
“Déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo”, cuando tú no puedes ver más
allá del tronco que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero quita el tronco
de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en
el ojo de tu amigo. (Mateo 7:1–5
NTV)
Aquí, Cristo está
advirtiendo a los creyentes contra hacer juicios de una manera hipócrita o
condenatoria. Ese tipo de juicio es una característica frecuentemente asociada
con los fariseos durante el ministerio de Jesús. Muchas personas que citan
"no juzguen" de Mateo 7:1 no se dan cuenta del mandamiento a juzgar
en Mateo 7:5, cuando dice: "después verás lo suficientemente bien para
ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo". El punto que Jesús enfatiza aquí es el de
juzgarnos a nosotros mismos primero antes de hacer juicios sobre otros. Ahora
bien, en un contexto más amplio, Jesús está diciendo a los creyentes que deben
discernir cuando se trata de enseñanzas falsas y falsos profetas, porque ellos
"parecen" cristianos, pero su objetivo es extraviar al rebaño. (Mateo
7:15-20, Lucas 6:43-45).
Como cristianos,
debemos llevar vidas piadosas para poder concentrarnos primero en nuestro
propio arrepentimiento del pecado. La santificación es un proceso diario de
transformación a la imagen de Cristo que dura toda la vida. Sin esto, no
tenemos la capacidad para ayudar a otro hermano o hermana. Lo que Cristo enseña
a Sus creyentes en Mateo 7 es que si nosotros mismos no nos arrepentimos
personalmente de nuestros pecados, no estamos en capacidad de decirles a los
demás cuán pecaminosos están actuando. Sin embargo
la Biblia nos dice que prediquemos el
evangelio, y parte del mensaje del evangelio es anunciar que la persona es
pecadora y que necesita la salvación.
Cómo juzgar cuando se trata con creyentes
A menudo escuchamos
afirmaciones de cristianos de que no debemos hacer juicios a otros creyentes,
especialmente en lo que se refiere a sus enseñanzas erróneas. Una vez más, el
pasaje de Mateo 7:1 se usa como justificación para este tipo de actitud. Ahora, reconozco que hay muchos pastores y líderes
cristianos que sinceramente tienen amor por el Señor Jesucristo. Estos hombres
han guiado a muchos a Cristo, trabajan diligentemente con mucha perseverancia
para el reino de Dios y ministran al rebaño del Señor, porque han sido
transformados por la obra terminada de Cristo en la Cruz y Su resurrección de
entre los muertos. Sin embargo, al igual que el resto de nosotros, son falibles
y pueden caer en el error.
La Escritura provee
muchos ejemplos de como el pueblo de Dios puede caminar en error, que se
remonta a los reyes de Israel y Judá y antes. De los 39 gobernantes de Israel y
Judá después del tiempo de Salomón, sólo ocho de ellos trataron de revertir el
mal que sus predecesores habían introducido en el reino (1 Reyes 1-2, todos de
Judá). Sólo ocho de ellos vieron la depravación a su alrededor y trataron de
hacer algo al respecto. Sin embargo, estos reyes piadosos también tuvieron
fracasos. Estos ocho reyes tienen sus historias empañadas porque no lograron
derribar los lugares altos (1 Reyes 15:11, 14; 22:43; 2 Reyes 12: 2-3; 14: 3-4;
15: 3-4, 34-35). Al entrar en Canaán, a los israelitas se les ordenó destruir
todo, incluyendo los lugares de culto paganos en las altas montañas. En lugar
de destruirlos, los israelitas los convirtieron en centros de adoración
adicionales, contrariamente a lo que les había ordenado Dios. Podemos deducir
entonces que aun los creyentes más piadosos son capaces de caer en el error.
El mensaje central
que manifiesto es el de defender la autoridad bíblica y proclamar el evangelio,
lo cual trae controversia cuando se trata del tema de juzgar. Por ejemplo, al
tratar el tema de la adoración desde una perspectiva bíblica, señalo que hay muchos
cristianos (incluyendo líderes cristianos) que no entienden que mucho de lo que
es llamado adoración no lo es; y que tenemos que aprender que no podemos
hacerlo a nuestra manera, adorando a Dios como nosotros queramos. Expongo esta
dificultad no para hacer juicios duros sobre la persona o su andar espiritual,
sino para mostrar la inconsistencia (como todos podemos tener) de un líder
cristiano hacia la verdadera adoración cristiana, y las implicaciones negativas
que puede tener sobre el resto de la Escritura.
Ahora, la iglesia y
más específicamente cada creyente debe
estar dedicado a sostener la autoridad
de la Biblia y dar respuestas para señalar aquellas posiciones de compromiso están
realmente socavando la Palabra de Dios y su autoridad. Cuando hacemos eso, a
menudo se nos dice que no somos amorosos y que no deberíamos estar haciendo
juicios a otros al señalar errores en su enseñanza doctrinal.
Algunas personas se
ofenden y dicen que como creyentes, debemos centrarnos en amar a los demás y no
ser divisivos. Sin embargo, somos divisivos si no corregimos el error. ¿Estamos
trabajando hacia la "unidad de la fe" (Efesios 4:13), o estamos obstaculizando
la Palabra de Dios al permitir infiltrar la "sabiduría" del mundo?
Recuerden, como creyentes, todos somos parte de "una sola fe"
(Efesios 4:5). Debemos establecer nuestro fundamento en la verdad de la Palabra
de Dios y no en nuestras propias filosofías, haciendo que Dios sea la autoridad
sobre nuestra vida. Tener el fundamento adecuado nos ayudará a conocer la
diferencia entre la verdad y las mentiras, así como lo correcto y lo
incorrecto. Pablo explicó la necesidad de la verdad y la naturaleza divisiva de
las mentiras en el siguiente pasaje:
Entonces ya no seremos inmaduros
como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por
cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas
que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad. En
cambio, hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta
parecernos más y más a Cristo, quien es la cabeza de su cuerpo, que es la
iglesia. Él hace que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al
cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se desarrollen, y
entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor. (Efesios 4:14-16
NTV)
¿Estamos siendo
amorosos si permitimos que nuestros hermanos permanezcan en el error e incluso
engañen a otros? Por supuesto que no. Amar a los demás requiere que los
corrijamos en gracia y mansedumbre cuando caigan en el error (Mateo 18, 1
Corintios 1:11, Gálatas 6:1). Los que se equivocan no saben necesariamente que
están equivocados; están posiblemente engañados o ignorantes. Así que cuidadosa
y gentilmente corregimos el error con respecto a la enseñanza, no importa cuál
sea la situación. Después de todo, esta es una de las responsabilidades de la
iglesia: enseñar la sana doctrina y corregir la enseñanza errónea (2 Timoteo
2:25, 3:16, Tito 2:1). Por ejemplo, tenemos que usar el discernimiento (juzgar
entre lo bueno y lo malo) incluso si debemos obedecer pasajes como 1 Corintios
5:11-13; 6:4; 2 Tesalonicenses 3:6; 1 Timoteo 6:20; y Tito 3:9, sólo para
nombrar algunos.
Sin embargo, debemos
tener cuidado en este enfoque, ya que todos somos seres humanos falibles que
podemos cometer errores en el juicio. Debemos descubrir todos los hechos y no
basar nuestro juicio en las apariencias. Jesús dijo: "No juzguéis según la
apariencia, sino juzgad con justicia" (Juan 7:24). Note la orden del Señor
de juzgar. Pero antes de hacer ese juicio, debemos asegurarnos de que estamos
juzgando con la justicia de la Palabra de Dios y no confiando en nuestra propia
opinión. A veces se debe hacer un juicio duro, ya que no todo es evidente, por
lo que es tan importante conocer y aplicar la verdad de la Escritura.
También es
importante, como cristiano, al discutir temas tan difíciles de explicar por qué
tomamos la posición que tenemos. Por ejemplo, cuando se nos pregunta sobre el
matrimonio entre personas del mismo sexo, podemos explicar que los cristianos
deben construir sus pensamientos, propósitos, proyecto y juicios sobre la
Biblia, y por lo tanto debemos ir a la Palabra de Dios para ver lo que Él
claramente nos instruye. Entonces usamos Su Palabra para hacer un juicio sobre
los temas. También podemos explicar que si alguien no cree que la Palabra de
Dios es la base para su cosmovisión, entonces podemos entender por qué están en
desacuerdo. Por lo tanto, tenemos dos puntos de partida diferentes (o
cimientos), y por lo tanto dos visiones del mundo diferentes que entran en
conflicto y, por tanto, hacen juicios entre sí. Pero en cada caso, debemos
enfatizar que todo pecado puede ser perdonado en la obra de Cristo en la Cruz.
Siendo realistas, la
gente hace juicios todo el tiempo. Ahora bien, si una persona comete un
asesinato, ¿debería un cristiano mirar esa acción y decir: "Eso estaba mal
porque la Palabra de Dios dice no mataras", o debería decir: "No se
supone que deba juzgar a esa persona"? Y qué si alguien te roba ¿Debería
decir: "Eso está mal porque la Palabra de Dios dice no robaras", o
diría usted: "No se supone que deba juzgarlo"? Además, cuando alguien
nos dice que tenemos que dejar de juzgar a los demás, en realidad ellos mismos
nos han juzgado. Así que son culpables de hacer lo mismo que nos dicen que no
hagamos.
Hacemos juicios
sobre varias enseñanzas e ideas cada día, incluyendo las nuestras. La
mentalidad bíblica de hacer juicios se aplica a cualquier situación en la que
una persona esté cometiendo una falta contra Dios y Su Palabra, ya sea que esa
persona esté viviendo en pecado, como adulterio o comportamiento homosexual, o
comprometiendo la Palabra de Dios y haciendo que otros tropiecen y duden Su
Palabra. Incluso hacemos juicios sobre las acciones de nuestros hijos mientras
trabajamos para ayudarles a ver su condición pecaminosa ante Dios, y señalarlos
al evangelio, para que puedan ser salvos y crecer en obediencia a Dios ya Su
Palabra.
La clave está en
hacer juicios justos para que podamos dirigir a la persona al evangelio. La
Palabra de Dios nos da un criterio claro a seguir, y el Espíritu Santo nos guía
en lo que es correcto, incorrecto, verdadero y falso. Con el fin de hacer
juicios con justicia, debemos esforzarnos por vivir rectamente y permitir que
la Palabra de Dios sea nuestro fundamento en cada área de nuestro pensamiento.
Conclusión: Perspectiva Bíblica de "No
Juzgar"
Aquellas personas
que piden tolerancia y citan "no juzgar" fuera del contexto no están
usando el pensamiento sano. Su llamado a la tolerancia es imposible porque como
cristianos, estamos llamados a juzgar con justicia, y juzgar entre lo bueno y
lo malo es algo que hacemos todos los días, y debe ser parte del discernimiento
bíblico en el pensamiento de todo creyente. Por lo tanto es la Palabra de Dios
la que hace el juicio sobre la moralidad y la verdad, no nuestras propias
opiniones o teorías.
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