Muestra una perspectiva bíblica y relevante sobre diversos temas en la vida del cristiano, además de presentar mensajes que contienen puntos prácticos que se pueden aplicar en la vida cotidiana.

La respuesta a los caminos que se cierran

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Ahora bien, Sarai, la esposa de Abram, no había podido darle hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Agar. Entonces Sarai le dijo a Abram: «El Señor no me ha permitido tener hijos. Ve y acuéstate con mi sierva; quizá yo pueda tener hijos por medio de ella». Y Abram aceptó la propuesta de Sarai. Entonces Sarai, la esposa de Abram, tomó a Agar, la sierva egipcia, y la entregó a Abram como mujer. (Esto ocurrió diez años después de que Abram se estableció en la tierra de Canaán).

Así que Abram tuvo relaciones sexuales con Agar, y ella quedó embarazada; pero cuando Agar supo que estaba embarazada, comenzó a tratar con desprecio a su señora, Sarai. Entonces Sarai le dijo a Abram:

  • ¡Todo esto es culpa tuya! Puse a mi sierva en tus brazos pero, ahora que está embarazada, me trata con desprecio. El Señor mostrará quién está equivocado, ¡tú o yo!
Abram respondió:
  • Mira, ella es tu sierva, así que haz con ella como mejor te parezca.
Entonces Sarai comenzó a tratar a Agar con tanta dureza que al final ella huyó.
El ángel del Señor encontró a Agar en el desierto junto a un manantial de agua, en el camino que lleva a Shur. El ángel le dijo:
  • Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y hacia dónde vas?
  • Estoy huyendo de mi señora, Sarai —contestó ella.
El ángel del Señor le dijo:
  • Regresa a tu señora y sométete a su autridad.
Después añadió:
  • Yo te daré más descendientes de los que puedas contar.
El ángel también dijo:
  • Ahora estás embarazada y darás a luz un hijo. Lo llamarás Ismael (que significa “Dios oye”), porque el Señor ha oído tu clamor de angustia. Este hijo tuyo será un hombre indomable, ¡tan indomable como un burro salvaje! Levantará su puño contra todos, y todos estarán en su contra. Así es, vivirá en franca oposición con todos sus familiares.
A partir de entonces, Agar utilizó otro nombre para referirse al Señor, quien le había hablado. Ella dijo: «Tú eres el Dios que me ve». También dijo: «¿De verdad he visto a Aquel que me ve?». Así que ese pozo fue llamado Beer-lajai-roi (que significa «pozo del Viviente que me ve»). Aún se encuentra entre Cades y Bered.
Entonces Agar le dio un hijo a Abram, y Abram lo llamó Ismael. Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael. Génesis 16:1-16 NTV.

Dios responde a la oración de una de tres maneras: "sí", "no" o "sí, pero no todavía". Esta última respuesta parece ser la más temida, a veces incluso más que un rotundo "no". Un rasgo importante para el cristiano, como lo enfatiza la Escritura repetidamente en historias, salmos y epístolas.

Esperar al Señor para desatascar el camino es siempre más sabio que intentar hacerlo nosotros mismo, incluso cuando el retraso ha sido largo. Después de que Dios le prometió a los descendencia a  Abraham, (Génesis 12:2), vivió durante 25 años con una respuesta de "todavía no". Después de ese cuarto de siglo, la respuesta finalmente se convirtió en "sí". su propio plan para obtener un heredero, por medio de la sierva de Sara, Agar, resultó en el nacimiento de Ismael. La pareja pudo haber estado convencida de que estaban "ayudando" a cumplir el plan de Dios, pero realmente estaban actuando en independencia a Sus planes. Las consecuencias fueron desastrosas. La amargura y la culpa afectaban a todos los miembros de la familia (Génesis 16:4-6, Génesis 21:9-10). Es más, el pueblo Ismaelita vivió en enemistad con sus vecinos, y esa hostilidad persiste hoy día en Oriente Medio (Génesis 21:9-14, Génesis 25:18).


Nuestra paciencia permite que Dios prepare el camino del otro lado por lo cual se encuentra obstruido. Incluso si pudiéramos forzar nuestro camino manipulando las circunstancias, no estaríamos contentos con lo que encontraríamos allí. ¡Nadie en el campamento de Abraham estaba satisfecho con la situación que crearon! Sólo podemos tener alegría y gozo cuando tenemos acceso a la voluntad del Señor en el mismo momento en que Él ordene. Las bendiciones que encontraremos al otro lado del camino cuando Dios lo abra, siempre habrá valido la espera.

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