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“Me has dado tu escudo de victoria. Tu mano derecha me sostiene; tu ayuda me ha engrandecido.” Salmos 18:35.
¿Se imaginan si nuestra iglesia hiciera más uso de estas virtudes? La cortesía entre los hermanos: el amor en las pequeñas cosas, el amor que dice: "por favor" y "gracias", el amor que retrocede y le da a la otra persona el primer lugar. La misma gentileza que mostró nuestro Señor.
Nunca deja de sorprender cómo los creyentes pierden tan rápidamente su religión cuando salen de la iglesia el domingo por la mañana. Ellos van hacia la salida lo más rápido posible, no se toman el tiempo para saludar y tener un momento de comunión con sus hermanos. Y nunca trate de ayudar en alguna de las tareas de la iglesia. ¡Usted será visto como un usurpador de funciones; un peligro para el "statu quo", es decir, al conjunto de condiciones que prevalecen dentro de la organización hasta el momento!
Que Dios limpie nuestra iglesia de rectitud y orgullo. Que Él nos purifique de cualquier cosa que busque elevarnos a nosotros mismo sobre otros.
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