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"Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel al ponerme en el ministerio, a pesar de que antes fui blasfemo, perseguidor e insolente. Sin embargo, recibí misericordia porque, siendo ignorante, lo hice en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. Fiel es esta palabra y digna de toda aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. No obstante, por esta razón recibí misericordia, para que Cristo Jesús mostrase en mí, el primero, toda su clemencia, para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único Dios, sean la honra y la gloria por los siglos de los siglos. Amén". 1 Timoteo 1:12-17.
Pablo se describió a sí mismo como el peor de los pecadores, sin embargo, fue alguien por quien Dios expresó su favor y amor. (1 Timoteo 1:16). A causa de la gracia divina, el apóstol llegó a ser una nueva creatura y un miembro de la familia de Dios. Él comenzó a tener un nuevo propósito de vida, uno que glorificaba a su Padre celestial y encaminaba a construir su reino. Desde ese día en adelante, las actitudes y el comportamiento de Pablo fueron radicalmente diferentes.
A través de la obra transformadora del Espíritu Santo, el carácter de Pablo fue destacado cada vez más por la gratitud y la compasión. Sus escritos expresan constantemente su agradecimiento por las bendiciones de Dios e instan a otros a ser agradecidos también. Sus palabras también revelan la humildad. Aún cuando era un hombre muy educado, influyente, que contaba con excelentes credenciales expresó: "Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo. Y aun más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo". (Filipenses 3:8).
Después de que Pablo conoció a el Salvador, sus acciones también cambiaron dramáticamente. Él se preocupaba mucho por los que todavía no conocían a Dios, y deseaba fervientemente ayudar a los cristianos a crecer en su fe. Por el resto de su vida, él sirvió al Señor predicando el evangelio de Cristo, alentando a creyentes, y procurando para las necesidades de otros. Pablo aceptó el sufrimiento por la causa de Cristo y esta fue una parte de esa nueva vida.
Al leer acerca de la vida del apóstol, observamos la gracia en acción. Él fue usado como embajador de Dios a los gentiles. A través de él, las verdades bíblicas se registraron para las generaciones futuras. Querido amigo, el Espíritu Santo también busca transformar nuestras vidas, así como lo hizo Pablo. ¿Estás permitiendo que la gracia trabaje dentro de ti?
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