Muestra una perspectiva bíblica y relevante sobre diversos temas en la vida del cristiano, además de presentar mensajes que contienen puntos prácticos que se pueden aplicar en la vida cotidiana.

La esclavitud que nos da libertad

"Pero ahora, habiendo sido librados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis vuestro fruto para santificación, y al fin, vida eterna" (Romanos 6:22).

Presentar nuestros miembros a la inmundicia y la iniquidad nos esclaviza; la esclavitud a Dios es la libertad. La libertad es una cosa preciosa. La gente a través de la historia ha orado, luchado, e incluso muerto por ella. La constitución nacional de muchos países  mantiene esto como uno de los derechos inalienables.

Pero la verdad es que no importa cuál sea la propia situación política, todo el mundo es un esclavo, ya sea del pecado o de Dios. Jesús dijo que "todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Juan 8:34). Pablo añadió que toda la creación está en esclavitud de la corrupción ( Romanos 8:21). Sin embargo, los creyentes han "sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios." (Romanos 6:22).

El Imperio Romano tenía tanto como veinte millones de esclavos; el comercio de esclavos era una industria importante. Para un esclavo ganar su libertad, había que pagar un precio de rescate. La palabra griega utilizada para una transacción de este tipo es (ἀπολύτρωσις, apolútrosis), que usa Pablo en Efesios 1:7 para para referirse a nuestra "redención" de la esclavitud del pecado.

La esclavitud al pecado es esclavitud de muerte; la esclavitud a Dios es libertad y vida eterna. Suena paradójico, pero Dios es el Soberano Rey, y la verdadera libertad significa tener la capacidad de doblar nuestra voluntad para hacer la voluntad de Él y con ello convertirnos  en todo lo que Él diseñó para nosotros. A pesar de que vamos a fracasar, a veces, nuestro mayor deseo y logro como creyente es ser como Cristo (1 Juan 2:5-6). Los esclavos del pecado no pueden tener esa esperanza, ni quieren.

Pidamos fortaleza a Dios  nuestro Padre para que a partir de hoy podamos tener muchas oportunidades de demostrar nuestra sumisión a Cristo. Dejemos que nuestras actitudes y acciones hablen claramente de nuestro amor por Cristo.


Demos gracias al Señor, que es fiel y justo Maestro, que siempre hace lo que es mejor para sus siervos.  Un esclavo egoísta es una contradicción de términos. Pídele al Señor que te guarde de pensamientos y acciones que son contrarias a su voluntad.

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