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Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia
" (Efesios 1:3-7).
La gracia redentora es libertad para nosotros, pero el costo para Dios es inestimable. El pecado no es un problema grave para la mayoría. Nuestra cultura hace alarde y pregona esto en un sinnúmero de formas. Incluso los cristianos que nunca pensarían en cometer ciertos pecados a menudo se permiten estar entretenidos por ellos a través de la televisión las películas, la música y otros medios de comunicación.
Algunas veces coqueteamos con el pecado, aun cuando Dios lo odia. El precio que pagó para redimirnos habla de la gravedad con que Él lo ve. Después de todo debemos recordar lo que dice su palabra: "que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (1 Pedro 1:18-19).
En las Escrituras el derramamiento de sangre hace referencia a la muerte física violenta, ya sea de un sacrificio animal o del mismo Cristo. El pecado es tan grave que sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados a los ojos de Dios (Hebreos 9:22).
Los animales para el sacrificio en el Antiguo Testamento, representaban el sacrificio de Cristo en la cruz. Es por eso que Juan el Bautista llamó a Jesús "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Los sacrificios del Antiguo Testamento eran necesarios pero incompletos. El sacrificio de Cristo fue perfecto, completo, y una vez para siempre (Hebreos 10:10). Ningún otro sacrificio es necesario más que el "sacrificio de alabanza a Dios" que hizo Cristo (Hebreos 13:15), y la presentación de nuestras propias vidas en servicio a Él como "un sacrificio vivo y santo" (Romanos 12:1)
Mediante su sacrificio Cristo demostró no sólo el odio de Dios por el pecado, sino también su gran amor por los pecadores. Usted nunca podría redimirse a si mismo, sin embargo Cristo pagó voluntariamente el precio con su propia sangre preciosa. Él "se entregó por usted, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante" (Efesios 5:2). Su sacrificio fue aceptado por el Padre, para que su redención fuese pagada en su totalidad. ¡Qué amor magnánimo e increíble gracia!
Tómate un momento para meditar en estas palabras y adore a Dios el Padre por su maravilloso plan de salvación. Adore a Dios el Unigénito Hijo, Jesucristo, por el enorme sacrificio que hizo por ti. Adore a Dios el Espíritu Santo por aplicar el sacrificio de Cristo a tu vida y atraerte a Cristo por medio de la fe salvadora. Pídele a Dios que te ayude a guardar tu corazón de coquetear con el pecado.
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