El libro de Proverbios contiene sabiduría y buenos consejos para quienes desean encaminar sus vidas conforme a los preceptos del Señor. El texto de hoy nos entrega una de los muchas perlas que están a disposición del pueblo de Dios.
La versión Dios habla hoy, traduce el mismo versículo: «El egoísta solo busca su interés, y se opone a todo buen consejo». El lenguaje es sencillo y directo, ofreciendo una descripción precisa del comportamiento que vemos a nuestro alrededor constantemente. Pero he aquí el peligro que corremos al leer el texto: podríamos estar tan concentrados en identificar a las personas que describe este versículo que descuidamos la oportunidad de realizar una reflexión personal al respecto, la cual podría ser mucho más provechosa para nosotros.
Resulta evidente que el que vive aislado solamente tiene interés en sus propias necesidades. Para cultivar un corazón compasivo y bondadoso es indispensable estar en contacto con otros. No obstante, el aislamiento es la tendencia natural de aquellos que han sido afectados por el pecado. Recuerde que lo primero que hicieron Adán y Eva, luego de pecar, fue esconderse el uno del otro y también de su Creador. Nosotros también, podemos estar rodeados de gente pero vivir aislados. Piense en el creyente que evita el contacto con el pecador, la congregación que evita el contacto con otras congregaciones, o las personas dentro de una misma congregación que solamente se juntan con los que son parecidos a ellos. El hecho es que el aislamiento ocurrirá sin esfuerzo alguno si no nos resistimos a la disposición natural de nuestro corazón.
El autor de Proverbios nos da una interesante pista acerca de cómo podemos evaluar si estamos evitando el contacto con los demás, o no. Nos dice que esta clase de persona «se encoleriza» contra todo consejo. La reacción no ha de sorprendernos, pues el que vive solo no disfruta de la sabiduría y amplitud de visión que solamente se pueden alcanzar en la interacción con los demás. Los consejos de otros inevitablemente entrarán en conflicto con sus propios intereses, por lo que siempre reaccionará en forma inapropiada. Por eso, es precisamente su reacción la que le puede dar la información más certera acerca del estado de su propio corazón.
La versión Dios habla hoy, traduce el mismo versículo: «El egoísta solo busca su interés, y se opone a todo buen consejo». El lenguaje es sencillo y directo, ofreciendo una descripción precisa del comportamiento que vemos a nuestro alrededor constantemente. Pero he aquí el peligro que corremos al leer el texto: podríamos estar tan concentrados en identificar a las personas que describe este versículo que descuidamos la oportunidad de realizar una reflexión personal al respecto, la cual podría ser mucho más provechosa para nosotros.
Resulta evidente que el que vive aislado solamente tiene interés en sus propias necesidades. Para cultivar un corazón compasivo y bondadoso es indispensable estar en contacto con otros. No obstante, el aislamiento es la tendencia natural de aquellos que han sido afectados por el pecado. Recuerde que lo primero que hicieron Adán y Eva, luego de pecar, fue esconderse el uno del otro y también de su Creador. Nosotros también, podemos estar rodeados de gente pero vivir aislados. Piense en el creyente que evita el contacto con el pecador, la congregación que evita el contacto con otras congregaciones, o las personas dentro de una misma congregación que solamente se juntan con los que son parecidos a ellos. El hecho es que el aislamiento ocurrirá sin esfuerzo alguno si no nos resistimos a la disposición natural de nuestro corazón.
El autor de Proverbios nos da una interesante pista acerca de cómo podemos evaluar si estamos evitando el contacto con los demás, o no. Nos dice que esta clase de persona «se encoleriza» contra todo consejo. La reacción no ha de sorprendernos, pues el que vive solo no disfruta de la sabiduría y amplitud de visión que solamente se pueden alcanzar en la interacción con los demás. Los consejos de otros inevitablemente entrarán en conflicto con sus propios intereses, por lo que siempre reaccionará en forma inapropiada. Por eso, es precisamente su reacción la que le puede dar la información más certera acerca del estado de su propio corazón.
Para pensar:¿Cómo reacciona usted cuando otros le dan consejos? ¿Los recibe con agrado? ¿Se enreda en argumentos y explicaciones para justificar su comportamiento? Su reacción puede ser la mejor forma de evaluar si usted está viviendo aislado o está cultivando relaciones de peso con las personas que son parte de su vida. Cuando llevamos tiempo en algún ministerio de enseñanza o mismo en el ministerio pastoral, es fácil comenzar a creer que solamente nosotros sabemos cómo deben hacerse las cosas. El líder sabio, sin embargo, siempre estará abierto, no solamente a escuchar, sino también a incorporar los consejos de otras personas en su círculo de amigos.
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